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PSICOLOGEANDO

Pokémon Go, la evolución del juego

17 de Agosto | 12:52
Pokémon Go, la evolución del juego
Es uno de los temas del verano, Pokémon Go aparece en las noticias por diferentes motivos. Y como cualquier nuevo fenómeno, no faltan sus defensores y sus detractores. Supongo que la falta de noticias políticas, algo habitual en verano unido a la triste situación actual, ha hecho que le prestemos más atención a cosas como estas. Y eso le ha dado más publicidad gratuita necesaria para su éxito.

Pokémon Go es un juego inteligente, que tiene todo lo que un juego necesita para triunfar. Es divertido, utiliza la sencilla estrategia de cazar, que siempre ha tenido mucho éxito entre los jugadores. Quizá sea nuestro primitivo cerebro cazador, pero el caso es que fingir que cazamos nos divierte, sea lo que sea. El nivel de dificultad va aumentando, algo también importante para su éxito. También tiene la gratificación de ir coleccionando, por lo que siempre hay pendiente algún pokémon que buscar. Y además hace que tengas que salir a la calle y relacionarte con otros jugadores. Esto último es lo más importante. La conexión a internet presente en la mayoría de los teléfonos móviles ya, ha hecho posible que podamos jugar a esta especie de yincana moderna.

Pero además este juego aporta algo que no se había utilizado hasta ahora, la realidad aumentada. Los jugadores salen a la calle y descubren nuevos sitios, miran una calle o una plaza desde otro punto de vista, y se fijan en cosas que hasta ahora pasaban desapercibidas. Y se van preparando para lo que viene, el uso de la realidad aumentada en muchos otros aspectos. La mezcla de lo que vemos con nuestros ojos y lo que vemos a través de un dispositivo abre muchas vías para el futuro de los juegos.

Las críticas habituales se pueden resumir en dos. Por un lado las situaciones conflictivas que suelen darse al cazar en algún lugar público o incluso privado, unido a los habituales despistes que llevan a accidentes de todo tipo. Esto ya estaba pasando con el uso del móvil, por lo que habrá que seguir insistiendo en que hay que tener cuidado cuando vas por la calle. Algunas ciudades han regulado su uso amenazando con multar, cosa comprensible pero también aplicable a cualquier otra actividad que nos despiste. Por ejemplo, está prohibido hablar por teléfono mientras se conduce, claro, pero es que está prohibido realizar cualquier acción que nos despiste de la conducción mientras vamos al volante. Pues si continuamos utilizando los teléfonos cada vez más por la calle, será lógico regular su uso de alguna manera para evitar accidentes.

La otra crítica habitual es la misma que se suele utilizar para el conjunto de los videojuegos. Es un efecto generacional, para quien nunca ha jugado, los videojuegos son el demonio. Atrofian la mente, impiden las relacciones sociales y el ejercicio, e incluso fomentan la violencia u otras conductas no deseadas. Pues bien, este juego consigue lo contrario, te obliga a salir, a moverte, a hacer ejercicio andando (no se puede jugar en coche), la caza es simbólica, no hay violencia alguna, se fomentan las relaciones y sirve para entrenar diversas capacidades cognitivas, como la habilidad visoespacial. Todo bueno.

De todas formas este juego marca un antes y un después en la manera de jugar, pero no olvidemos que hemos jugado siempre y seguimos haciéndolo. Y lo hacemos porque es bueno. Ya sea al ajedrez, a la peonza, al tute o al Pictionary. El juego sirve para muchas cosas, y no sólo en los niños. Fomenta las relaciones, se ponen en práctica actitudes y estrategias necesarias en el resto de la vida, se aprende a respetar unas reglas y mejora la responsabilidad, mejora las capacidades cognitivas, nos motiva para mejorar y seguir superándonos, y además, el juego es divertido (porque si no lo es dejamos de jugar inmediatamente). Hace miles de años que jugamos, en todas las culturas y a lo largo de la historia. Lo que hemos cambiado han sido las formas.

La única excepción son los denominados juegos de azar, que en realidad no son juegos. Cuando lo que haces al jugar no depende de ti, sino exclusivamente de la suerte, entonces no estás jugando. Aunque a veces jugamos a cosas que nos dan la falsa sensación de control, pero que no dejan de ser juegos totalmente de azar, como el bingo. Y recordemos que vivimos en un país que recauda más impuestos por los juegos de azar que por el irpf. De hecho somos el segundo país del mundo donde más se juega después de Japón. Y son estos mas llamados juegos los que pueden acarrear problemas de todo tipo (psicológicos, económicos, sociales...). También aparecen a veces problemas psicológicos en adolescentes enganchados a algunos videojuegos, y problemas familiares derivados de gastos excesivos en juegos que cuestan dinero. Como cualquier otra herramienta que está a nuestra disposición, podemos utilizarla bien o mal, y a veces las cosas se nos pueden ir de las manos. Pero ese es otro tema.

Sigamos jugando, es bueno. Y recomiendo que abramos la mente a las nuevas formas de jugar que nos llegan. Estamos en el siglo XXI. Y recuerden que, como dijo Oliver Wendell Holmes, el ser humano no deja de jugar porque envejece, sino que envejece porque deja de jugar.


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