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Opinión-Editorial
MIS MARTES AL SOL

El Cooperativismo y la Globalización

17 de Enero | 12:00
El Cooperativismo y la Globalización
En la época en la que todo era vertical, desde la política al sindicalismo, también el cooperativismo era paternalista, controlado y vertical, según se desprendía de  los discursos del Sr. Solís, la cara amable de la Dictadura. Aquellas cooperativas que agotaron los nombres del santoral y las vírgenes de la España católica, tuvieron que dar paso a la “transición democrática”, aunque siguieran arrastrando sus nombres y hasta sus vicios con gobiernos ya elegidos democráticamente y que se decían socialistas. La inercia de tantos años en los que la asamblea de socios era una pantomima  manejada por los adictos al régimen siguió su curso, aunque ahora los líderes pasaron a ser los adictos a los nuevos gobernantes. Los socios seguían reuniéndose muy de tarde en tarde y asintiendo a lo que les decían desde los aparatos. Así se gestaron mas tarde algunos monstruos como los de CAVAL y ACOREX, y otros muchos que a lo mejor están pasando inadvertidos para la opinión pública, pero que pueden ir engrosando la lista de quiebras progresivamente.

Lo de CAVAL ha sido algo inaudito. Un gerente que lleva con su empresa particular la gestión administrativa de casi todos los socios y además tiene el negocio añadido de la intermediación en los seguros. Una pasta que le permite presumir encima de que no cobraba de la Cooperativa; ¡joder, si llega a cobrar! Por otra parte un comercial que se llevaba crudas unas comisiones implacables, aunque el  año hubiera sido una ruina para los socios, o se convertía en comprador del producto a través de empresas interpuestas para volver a venderlo otra vez. El asunto es que no daba abasto a comprar “buenos mercedes” y cuanto más se arruinaba la cooperativa más se enriquecía él. Por supuesto los mandarines del nuevo régimen no se enteraban de lo que estaba pasando y algunos importantes líderes agrarios, que eran socios de la Cooperativa, no decían ni pio. La sentencia decretada sobre estos personajes tampoco arreglará un problema de estas dimensiones, aunque pueda servir de aviso a navegantes ya que hay más de los que parecen.

Lo de ACOREX vuelve a ser noticia hoy porque intenta liquidar lo poco que queda del naufragio para pasar a una nueva etapa en la que ya veremos, dijo un ciego. Aquí, salvo un tiempo en el que hubo un equipo gestor más conjuntado e inteligente, al que se cargaron desde el Gobierno de Ibarra por su independencia, todo se hizo después a lo grande. Un aparato de gestores enorme y bien dotado, con injerencias continuas de los políticos, hasta para decidir donde se debía construir esta o aquella industria. Un presidente analfabeto, para decir amén a todo lo que diga el Gerente. Al final, la pelota generada en una década llegó a tales dimensiones que el Gobierno de Monago, con los mismos afanes controladores que el anterior, solo pudo agravarla hasta dejar que estallara. Ahora, tras el concurso de acreedores, solo queda seguir de cerca lo que hacen los administradores concursales, que a veces liquidan de cualquier manera con tal de asegurarse el cobro de sus gestiones.

Pero estas malas experiencias no desacreditan en absoluto el modelo cooperativo. Hoy en día desgraciadamente, muchas otras empresas que no revisten la forma cooperativa también están en fase de Concurso y sabemos que hay cooperativas que luchan por su permanencia y mejora en los mercados realmente difíciles de esta sociedad globalizada, en la que tanto han cambiado las formas de producir, comercializar y hasta financiar los productos, codeándose e incluso superando a otros tipos de empresas, sean Anónimas o Limitadas. Incluso las hay que lo hacen con éxito, tanto en la internalización de sus productos y su comercio, como en la captación y formación de sus técnicos y sus trabajadores. Siempre cito como ejemplo a ACOPAEX por su crecimiento y diversificación, así como por su independencia y cultura de participación de los socios en las grandes tomas de decisiones. Pero todos sabemos que hay otras muchas que siguen el modelo vertical y pernicioso del que antes hemos hablado y que están en manos de gerentes o gestores no siempre competentes, mediatizados por comisarios políticos en la sombra, que siguen viendo en las cooperativas centros clientelares a la hora de captar votos. Algunas de ellas tienen una situación grave y un funcionamiento interior caciquil y vergonzoso, sin que nadie se quiera dar por enterado, hasta que explota el globo y empieza el rosario de echarse las culpas unos a otros. En esos momentos los caciques políticos se quitan de en medio y solo “pasaban por allí”.

El Cooperativismo, sin que haya que remontarse a los tiempos del socialismo utópico, creo que es hoy más necesario que nunca, en territorios como el nuestro. Pero tiene que reformarse o construirse desde unas bases más participativas de los socios, con amplias perspectivas sobre el sector al que pertenezcan y equipos de gestores competentes y con verdadera independencia del poder político de turno. Solo así podrá afrontar los retos de una sociedad globalizada en la que no es fácil abrirse  espacios dentro de la selva comercial en que ésta se mueve.



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