¡Qué vienen los nazis!

Aquí hemos pasado de aquello de, ¡qué vienen los rojos! a ¡qué vienen los nazis! Y así pandillas de entusiastas papanatas con el coeficiente intelectual de un crustáceo, se dedican a apalizar y a coaccionar a cualquiera que, bajo sus cortas entendederas, sea un peligro para la seguridad del país. Estos bolcheviques de opereta bufa, viendo que, eso de llamar facha al personal ha dejado de ser un insulto para convertirse en un reconocimiento social (alguien dijo que, uno no es nadie en este país hasta que no le llaman facha), se dedican a llamar nazis a todos aquellos que no comulgan con su rancio catecismo “comunistoide”. Sus últimos actos heroicos, además de Alsasua, han sido, dar una paliza a una “supuesta” nazi murciana a la que dejaron bastante maltrecha, e impedir, mediante la amenaza y la coacción, que un jugador ucraniano pueda jugar en el Rayo Vallecano. Su modus operandi se caracteriza, porque siempre van en manada y, como tíos bizarros que son, eligen víctimas que estén en inferioridad numérica e indefensas.

No merecería la pena dedicarles una línea a estos hijos de Stalin, si detrás de estos mequetrefes, no estuvieran algunos personajes que van de “estupendos” por la vida, que dan clases de ética a todos los que se les ponen por delante y, que justifican a estos cafres. La izquierda cerril, siempre ha tenido la habilidad de convertir la agresión en agravio y a los agresores en víctimas. Los cincuenta valientes gudaris que la emprendieron a golpes con dos guardias civiles y sus parejas, son ahora mártires de la represión españolista y, las víctimas, opresores del pueblo vasco. Lo mismo ocurre con los panochos que la emprendieron con la malísima nazi murciana que, sólo intentaban librar a este país de tan perversa y peligrosa criatura. En cuanto a los “Bucaneros” vallecanos, su sana intención era preservar al club de sus amores de la mala influencia de un patriota ucraniano que, lleva el escudo de su país en la camiseta y al que, como a mucha gente, Putin no le hace tilín.

El problema es que los defensores de esta caterva de energúmenos, crean opinión desde los medios, y propagan que, la utilización de la violencia y la coacción a las personas que no piensan como tú, en según qué casos, está justificada. Es decir, hacen apología del sectarismo, de la intransigencia y de la violencia. Estos personajes sí que son un peligro para la convivencia, para la democracia y para el estado de derecho. Y no estaría mal que los responsables de los medios en los que aparecen tomaran alguna medida para evitar que sigan gritando ¡que vienen los nazis!, y tengamos que lamentar alguna desgracia mayor.