Hace tiempo que sentía curiosidad por conocer a un emprendedor, convertido hoy en unos de los primeros empresarios de Extremadura. Me lo presentaron en Fruit Attractión y a los pocos días me ha recibido en su despacho de la Central de frutas “Sol de Badajoz”, en la que hemos conversado un rato. Ello me permite ofrecerles un breve apunte de un personaje al que espero dedicar más tiempo en cuanto podamos.
Les hablo de José Escobar, el hijo de un colono de Valdivia (Vegas Altas del Guadiana), que empezó en 1987 su actividad como corredor de frutas y que hoy tiene una de las plantas frutícolas más importantes en nuestra tierra, ademas de una industria conservara para tomates y frutas, en la que aprovecha el excedente y los destríos de sus cosechas.
A los pocos años de su actividad como comisionista montó una cooperativa con otros diez agricultores, a través de la cual iban comercializando mayores cantidades de producto, hasta que también se le quedó pequeño aquel proyecto y se decidió a construir Frutas y Hortalizas Jeb, S.L. en 1997, iniciando en ella sus primeras exportaciones. En paralelo a esta actividad fue invirtiendo en compra y arrendamientos de terrenos de cultivo, y ensayando nuevas variedades frutales de las más apreciadas en los mercados.
Cuando todo esto se le quedó pequeño, construyó la gran central “Sol de Badajoz”, en el año 2.003, una inversión considerable, para la que recibió las ayudas legalmente establecidas por la junta de Extremadura. Ello le permitió un salto considerable en su volumen de negocio, aumentando sus exportaciones a nuevos mercados de Europa, Asia, África y América del Norte, dotado ya de la infraestructura y tecnología necesaria para ello. Sus productos son: melocotones, nectarinas, peras, ciruelas, albaricoques, paraguayos, platerías, caquis y granadas. El volumen medio de producto está en torno a las 40.000 toneladas, entre los meses de mayo a octubre, alcanzando puntas de empleo de hasta 1.500 personas, en su mayoría mujeres, y en torno a 400 empleos durante todo el año. No tiene socios, ni públicos ni privados. Maneja unas 2.700 hectáreas de las que el 60 por ciento son de su propiedad y un 40 por cientos en arriendo concertado con otras fincas.
Además ha creado otra planta grande, “Sol de Valdivia”, con tecnología moderna para concentrado de tomate, que elabora en botes de mayor tamaño que los habituales, dedicados a la industria de la hostelería, para no competir con otras elaboraciones que ya están más saturadas. Hace tomate triturado, natural pelado, frito, en salsa pizza, etc. Y también concentrado de fruta, en el que aprovecha los destríos de sus propias producciones y que vende a otras empresas alimentarias.
José Escobar es un tipo austero y sencillo, sin la menor vanidad, al que le habría gustado tener una formación académica, pero su escuela ha sido la de “El Plan Badajoz”, y tampoco tiene complejos ante cualquiera de los empresarios y las empresas con los que trata. Cada uno es hijo de sus circunstancias y hace lo que puede y sabe, y arriesga hasta donde cree necesario. No tiene, de momento, nuevos proyectos en mente. Piensa que con desarrollar todo lo que ha creado, tiene un reto más que suficiente por ahora.
Emprender es difícil en todas partes, y en Extremadura, especialmente. Los jóvenes de hoy tienen miedo al riesgo y es comprensible. Pero deben fijarse en los que lo estamos haciendo y en los que lo hemos hecho incluso con más dificultades de las que hoy existen.
Espero visitar las instalaciones de estas dos industrias en cuanto sea posible, para ver la obra realizada por el hijo de un colono, en el que ves al emprendedor en cuanto charlas una hora con él.
