La ansiedad forma parte de nuestras vidas y es una manera que tiene nuestro cuerpo de afrontar situaciones de estrés o peligro. Sin embargo, cuando es demasiado intensa y se escapa a nuestro control, puede suponernos un problema de salud tanto física como mental.
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una emoción natural de nuestro organismo, que guarda similitudes con otras emociones como la alegría, tristeza, miedo, enfado, etc.
La sentimos como una sensación desagradable y negativa que aparece ante situaciones amenazantes con posibles consecuencias negativas.
¿Cuál es la causa de la ansiedad?
La ansiedad, al igual que otros sentimientos, es fundamental ya que nos activa la alarma para afrontar situaciones de estrés o peligro.
Está controlada por circuitos neuronales del encéfalo y a veces, está asociada a la sexualidad y agresividad, pero, algunas personas experimentan un sentimiento de ansiedad y angustia sin motivo aparente y, en algunas ocasiones, surge en los momentos de más alegría o bienestar.
A veces dependen de nuestra personalidad, otras de mecanismos de imitación aprendidos de figuras paternas o importantes para nosotros y en otras ocasiones, por estímulos externos que supongan un deterioro de los objetivos que ya hemos conseguido o que nos impidan alcanzar los que queremos conseguir.
Cuando la sensación de ansiedad y angustia llegan a extremos incontrolables y se mantiene en el tiempo, supone un problema y se reconoce como patología.
¿Qué síntomas aparecen ante la ansiedad patológica?
- Sensación de ahogo y dificultad para respirar: suele ser una de las más angustiantes. Está producido por impulsos nerviosos exagerados y se siente como un nudo en la garganta, o como si nos pusieran una almohada en la cara.
- Dolor de pecho: causado por tensión muscular. La persona con este síntoma siente aun mayor ansiedad al pensar que se trata de un infarto y que le sobreviene la muerte.
- Latidos acelerados o lentos del corazón o palpitaciones: al aumentar los niveles de adrenalina por la ansiedad, se altera el ritmo cardiaco.
- Piel pálida: la sangre de los pequeños vasos es distribuida a los músculos para prepararnos ante una posible “huida o lucha”.
- Sudoración: ante ansiedad el cuerpo se calienta y como respuesta, sudamos para enfriarlo.
- Temblor: es una reacción normal ante el miedo.
- Dolor en cuello u hombros o entumecimiento de la cara o cabeza: estas zonas suelen ser las primeras en ponerse tensas.
- Ardor de estómago, diarrea o estreñimiento: se produce al desviar la sangre del estómago e intestino a los músculos para afrontar la ansiedad.
- Erupción en la piel: es común que salgan eccemas alrededor de la nariz, mejillas y frente.
- Debilidad en brazos y piernas: provocado por la respuesta tan intensa de nuestro organismo.
- Sequedad en la boca: los líquidos se desvían a otras zonas de nuestro cuerpo y la boca se seca.
- Insomnio o pesadillas: las pesadillas imitan lo que sucede en nuestra vida, si estamos con ansiedad o estrés, se reflejará en nuestros sueños.
¿Qué hacer ante la ansiedad?
Lo primero, enfrentarnos a nuestros miedos ya que así nos daremos cuenta de que nada es tan grave como parece, que todo tiene solución menos la muerte e incluso ésta, se supera.
Debemos centrarnos en nuestra respiración para controlarla. Respirar lentamente y notar como se llenan nuestros pulmones de aire, para después, expulsarlo despacio.
Es bueno beber agua y pensar que todos estos síntomas son pasajeros y no fruto de un infarto cerebral, ataque al corazón, ahogo o muerte inminente.
Intentar tranquilizarnos, relajarnos, tomar perspectiva ante problemas o situaciones de estrés y pedir ayuda si la necesitamos.
Y recuerda, ante un ataque de ansiedad…Los síntomas pasarán cuando termine la ansiedad.
