El Gobierno de Extremadura, el Archivo General de Indias, la Academia de la Marina de Portugal, la Universidad de Extremadura, la Real Academia de la Historia, el escritor portugués Sérgio Luis de Carvalho, el abogado mexicano Fernando E. Rivadeneyra, el Museo Nacional de Arte Romano, Hugo Pereyra Plasencia, diplomático e historiador peruano, personas del mundo hebreo y el Centro Extremeño de Estudios y Cooperación con Iberoamérica (CEXECI) han tributado un emotivo homenaje en Badajoz al profesor, académico, investigador, historiador, escritor y bibliófilo Fernando Serrano Mangas.
La muerte, hace unos meses, del gran americanista extremeño, causó un hondo impacto entre quienes tuvimos la dicha de conocerle. Todo lo que fue, como persona, como profesor, como historiador, como investigador, como escritor y como amigo se ha puesto de manifiesto en el homenaje que, durante la mañana de este miércoles, se le ha tributado en el salón de actos de la Biblioteca de Extremadura, en Badajoz. Al mismo han asistido su viuda, hijas, hermanos y otros familiares, compañeros y alumnos de la Universidad, Rosa Lencero, directora de la Editora Regional, amigos que le conocimos en la adolescencia y mantuvimos la relación durante años y otras personas y autoridades.
Trinidad Nogales, consejera de Cultura, Enrique Barrasa, director general de Acción Exterior de la Presidencia del Gobierno de Extremadura, Manuel Ravina, director del Archivo General de Indias, el almirante Nuno Gonçalo Vieira Matías, presidente de la Academia de Marinha de Portugal, Segundo Píriz, rector de la Universidad de Extremadura, Fernando Díaz Esteban, de la Real Academia de la Historia, Florencio García Mogollón, catedrático del Departamento de Lenguas Modernas de la Universidad de Extremadura, Esther González Solís y Carlos Cambero, doctoranda y alumno del profesor Serrano Mangas, José María Álvarez Martínez, director del Museo Nacional de Arte Romano, de Mérida, Joaquín Texeira, director del CEXECI, las tres personas mencionadas en el primer párrafo de esta información y Joaquín González Manzanares, director de la Biblioteca de Extremadura, que oficiaba como anfitrión, han evocado la calidez humana y la calidad docente e investigadora de Fernando Serrano, un extremeño, natural de Salvaleón, que se ganó el aprecio y el respeto de cuantas personas llegaron a conocerle.
ALGUIEN QUE NO LE CONOCIÓ
Sería interminable hacer la relación de elogios que se han dirigido a Fernando Serrano en este acto de homenaje. Como muestra de todos ellos, baste reseñar la intervención de alguien que, según reconoció ante el auditorio, ni siquiera llegó a conocerle: Manuel Ravina Martín, director del Archivo General de Indias.
Afirma Ravina que cuando se le invitó al homenaje procuró documentarse sobre la personalidad del homenajeado. Como el Archivo de Indias conserva un expediente sobre cada investigador, en el que se asientan las consultas que ha realizado en el Archivo, leyó ese expediente. Lo que se refleja en él le asombró. Fernando Serrano llegó al Archivo General de Indias el día 13 de diciembre de 1981 y durante 30 años, hasta agosto del año 2011, no dejó de realizar investigaciones. Sólo en el año 1990 consultó 250 legajos. El director del Archivo estima que por las manos de Fernando Serrano habrán pasado entre 2.000 y 3.000, “una cifra elevadísima”, de los 43.000 documentos que se custodian en el Archivo. El expediente del Archivo de Indias confirma que Fernando Serrano ha sido un investigador de primerísimo nivel y un americanista de primer orden, que durante esos 30 años adquirió conocimientos muy profundos sobre la llamada ‘carrera de Indias’, es decir, sobre la llegada del oro y de la plata desde América hasta España. Sabía muchísimo sobre la construcción de galeones, dominaba todos los términos propios de los carpinteros de rivera y de los marinos. Sabía más que nadie sobre barcos hundidos con tesoros fabulosos y tenía un rigor investigador enorme.
En cuatro pilares basa Ravina la calidad de Fernando Serrano como investigador de la historia. En haber tenido un gran profesor, en conocer perfectamente la estructura del archivo, debido a lo cual “no se le escapaba nada”, en mantener el ritmo investigador durante toda su vida, aprovechando hasta las vacaciones de verano y de Navidad para consultar los legajos, y en ser un entusiasta de la investigación y de la historia.
La intervención del director del Archivo General de Indias causó asombro, por lo bien que dibuja a una persona a la que no llegó a conocer. En general, todos los intervinientes trazaron un retrato fiel de lo que fue Fernando Serrano, como bibliófilo generosísimo, que realizó una importante donación a la Biblioteca, como profesor muy apreciado por sus discípulos, como amigo, escritor, divulgador, investigador con enorme capacidad de análisis, conversador, persona amable y derrochadora de un humor socarrón, muy suyo y muy apreciado por sus amistades.
TODO ES POCO
Pero si hubiese que resumir todos los elogios que le dedicaron las personas intervinientes elegiría una palabra: generosidad.
Fernando Serrano ha sido una persona muy generosa, como amigo, como profesor, como investigador, como defensor de su tierra, como bibliófilo, como americanista, como intelectual... Investigando en el Archivo de Indias descubrió donde están hundidos los barcos de la carrera de Indias, una información valiosísima para los ‘cazadores de tesoros’. Podría haberse hecho de oro vendiendo esa información. No lo hizo. Llegó a sus manos una edición príncipe del ‘Cancionero del Mío Cid’ y la donó a la Biblioteca de Extremadura. Ayudó a su tierra en todo lo que pudo y, al morir, con 60 años, no sólo nos dejó su ejemplo y obras importantísimas, sino material suficiente para nuevos libros que, tal vez, algún día salgan a la luz.
Durante el homenaje, el profesor García Mogollón ha pedido que se cree una cátedra de Historia de América en honor al profesor Serrano y el director del CEXECI anunció su intención de promover la creación de tres becas de investigación y de una colección de libros de historia que lleven el nombre del profesor Fernando Serrano Mangas. Hizo méritos para eso y para mucho más. A sus amigos, todo se nos antoja poco para corresponder a lo mucho que nos aportó Fernando Serrano Mangas, cuyo nombre debe quedar indisolublemente unido al de Salvaleón y al de Barcarrota, sus pueblos de referencia; la localidad en la que le alumbraron y el pueblo en el que el profesor Serrano alumbró al judió y médico llerenense Francisco de Peñaranda, propietario del famoso ejemplar del Lazarillo de Barcarrota. Sin el gran investigador don Fernando Serrano Mangas, sin su inteligencia y sin su esfuerzo, aún no se sabría cómo llegó El Lazarillo a Barcarrota ni quien lo escondió, con otros diez textos, en la tapia de un doblao, en una casa situada tras el caballete del Llano de la Virgen, a pocos metros de donde Francisco de Peñaranda ejercía la medicina durante el siglo XVI.