Murió Lemmy que era un poco como el Astérix del Rock. Un Astérix que prefería el bourbon a la cerveza y las stripers a los jabalíes de Armórica. Ahora con su muerte se convertirá en unos años en un mito tipo Ramones.
¿Pero no lo era ya? Por supuesto que no. Sólo eres un mito cuando las niñas malotas de dieciséis llevan tus camisetas sin saber que eres un grupo de Rock.
Niñas adolescentes con camisetas con la lengua de los Stones o el águila de los Ramones, como sello identificativo de ser las transgresoras de la clase. Ahora, le tocará el turno a la mascota de Lemmy decorar los pechos de las ignorantes adolescentes.
Una mascota que es también muy poco comercial, el Snaggletooth o War-pig, que por su fisionomía da menos juego que el polifacético Eddie de los Iron Maiden.
Eddie siempre ha sido un poco la Hello Kitty del Heavy Metal.
Debo de admitir que yo llegué muy tarde a la música de Lemmy. A principios de los 90. Por entonces gobernaba a nivel mundial Axl Rose, Dickinson seguía llenando estadios y Rob Halford no había salido del armario todavía.
Al principio, Motörhead, me parecían ruido. Yo era un pobre muchacho que consideraba a Antrax lo más duro que existía. Entonces los grupos de música Rock en la ciudad se clasificaban en Rock y Heavy.
Más tarde, salieron cientos de clasificaciones pero todo en definitiva era Rock. Incluso los grunges, que eran los hipsters desarrapados de entonces, también escuchaban Rock sin saberlo.
El grunge no era más que Rock con distorsión y letras depresivas. Un día hablando con un chaval de catorce años me dijo que su banda favorita de Rock era Alice in Chains. Alice in Chains es Rock.
Un chico de catorce años, que se hacía caca cuando murió Laney Staley, tuvo que venir a recordarme esta evidencia.
Porque en el Rock cabe de todo y es una música más abierta de lo que los indies llorones quieren hacernos creer.
Con el tiempo, de escuchar en casa de mi amigo a Motörhead, me acabé aficionando a ellos. Motörhead era Rock y punto.
Ni
Trash Metal, ni
Speed Metal, ni otro tipo de chorradas que decían en las revistas pseudo-especializadas. Eran sólo
Rock.
Pero era un grupo de Rock de verdad con los cliclés y todo. Porque sino eres un grupo de Rock con clichés mejor dedícate a otra cosa.
Motörhead era de esos grupos de Rock que no era para los níños pijos de mi adolescencia. Aquellos niños que decían que amaban el Rock y sólo conocían a U2 y Guns and Roses en los 90. Lemmy era otra cosa.
Me hubiera gustado haber visto a Lemmy que iban a tocar en febrero en Barcelona. y también a tantos otros que con el tiempo serán leyendas reconocidas aunque, ya lo son, en el inframundo del Rock como, Chuck Billy o Steven Wilson, por poner sólo un par de ejemplos que se me vienen a la cabeza. Pero hay muchos más.
Músicos y grupos que siempre han estado ahí, sin el reconocimiento comercial y el apoyo masivo que han tenido otros como, Metallica o AC/DC, pero igualmente buenos.
Grupos, que incansablemente van a festivales de Estados Unidos, Europa y Sudamérica con carteles de lo más variopinto, en esa gran casa de putas, que son los festivales de Rock con vocación internacional.
Grupos, que algún día decorarán los pechos de ignorantes chicas adolescentes y góticas de diseño.
Grupos, a día de hoy, desconocidos por niños pijos que consideran a Maná y a Leiva como Rock Duro.
Grupos, que una vez desaparecidos, habrá miles de personas jurando haberlos escuchado siempre.
Grupos como Motörhead.
Descansa en paz Lemmy, el Astérix del Lado Oscuro.
La Chavela Vargas que cantaba Rock.
El único galo de Armórica que nació en Inglaterra.