A un profesor le echaron de un colegio religioso por ver porno en clase. El profesor no era precisamente Steve Jobs, en lo que a nuevas tecnologías se refiere y tuvo conectado su ordenador al proyector de la clase durante 50 minutos subiendo escenas guarrindongas.
Además hizo todo esto en una clase de la ESO con el peligro que eso conlleva. Pudo haber hecho explotar el aula por condensación de hormonas y testosterona de tanto adolescente hacinado.
Esto del porno en clase no es nuevo. Cuando yo estudiaba en el colegio los profesores ya ponían películas porno.
¿Ponía películas porno? Sí, porno dar clase.
Y es que hay mucho tipo de porno. Probablemente, los chavales, no hayan visto nada que no hayan visto antes en internet en la clase de este profesor. Al no ser, claro está, que el profesor fuera de gustos raros y consumiera páginas de sexo explícito con cefalópos o cualquier otra locura. Pero lo dudo. Seguro que ese tipo de páginas porno son por suscripción.
¡Pobre profesor! Si en lugar de hacer esto, hubiera hecho “un Celia Villalobos” es decir, estar jugando al Candy Crush durante las horas de clase, no le habrían expulsado. Cosa que por otra parte se da mucho en la administración, en los colegios, en las oficinas...
Para mi el problema grave es que era un profesor vago y me parece bien que le hayan echado. Yo creo que el Candy Crush ha hecho más daño al rendimiento profesional que cualquier otra cosa.
Tenía yo un amigo psicólogo en Estados Unidos de los buenos. De esos que te cobran 150 dólares la hora y tienen bandejas con chocolatinas en las salas de espera de las consultas. Me decía que la consulta se le llenaba de gente que consumía porno y en la intimidad tenía que pensar en cosas raras para excitarse con su pareja. Para excitarse con la pareja hasta la llegada del porno la gente pensaba en la vecina o el vecino según las preferencias de cada cual. Esta bella costumbre, por desgracia, se ha perdido y no se lo perdonaremos jamás ni al porno ni a la Carmena.
Al porno le debemos grandes títulos que suenan mejor que Candy Crush. Títulos tan bonitos como “Clases de verano con el pepino en la mano” o “Furor uterino”. Celia Villalobos como no tiene imaginación prefiere el Candy Crush. La falta de imaginación de esta señora se ve en relacionar las rastas con los piojos para atacar a un diputado.
A mi lo que me preocuparía no sería tanto cogerme piojos como que en el Grupo Mixto hubiera una hiena. Habría que hacer que las hienas tuvieran su propio grupo en el Parlamento. O a lo mejor ya lo tienen y nadie se ha dado cuenta. Como pasa con los piojos.
Un día está acariciando la madre a su hijo y observa horrorizada que tiene liendres en el pelo. Al no ser, que le acaricie el pelo sin quitar los ojos del teléfono móvil porque va a batir un nuevo récord en el Candy Crush.
Me pregunto si las hienas juegan al Candy Crush en sus horas de trabajo.
Yo creo que sí...
