Hace cuatro años dimos comienzo a una experiencia empresarial interesante y novedosa con la que intentamos ayudar al maltrecho sector corchero extremeño.
Tal iniciativa nació del propio consenso de parte del empresariado regional y de nuestra ayuda estratégica.
De esas reuniones y puestas en común, se definió una hoja de ruta sólida e inteligente en la que se describían las claves necesarias para que nuestro tejido empresarial autóctono, al final, se decidiera a dar el salto a la especialización en la transformación y terminación de los productos finales.
Dicha propuesta fue elevada a las administraciones de turno, teniendo una acogida positiva y favorable por parte del anterior Gobierno de Extremadura.
Empezamos a trabajar en pro de conseguir nuestros objetivos, para lo cuál creamos una mesa de trabajo compuesta por todas las partes interesadas, algo que, aunque parezca una utopía, se consiguió de forma histórica, lo cuál sirvió para afianzar una esperanza generalizada en la sociedad corchera en su conjunto.
El Observatorio del Corcho Extremeño se cargó sobre sus espaldas la responsabilidad de liderar el proyecto, siendo el interlocutor elegido por las empresas para dialogar con la administración en este viaje.
Con el cambio de gobierno, intentamos continuar con nuestra experiencia en los mismos términos que llevábamos definidos, pero por circunstancias que no voy a entrar a debatir, los resultados no fueron los perseguidos.
Gracias a la iniciativa parlamentaria del grupo popular de hace dos años, se consiguió reactivar la consecución de nuestro plan estratégico regional, además con el respaldo en la cámara de todos los grupos parlamentarios, algo que nos volvió a cargar de esperanzas e ilusiones.
El tiempo ha vuelto a llevarnos a la triste realidad de estancamiento que no solamente afecta a nuestro sector, sino a todos los ámbitos económicos de la comunidad.
De nada ha servido el esfuerzo entre bambalinas de las fuerzas políticas que realmente han confiado en nuestra iniciativa, como es el caso de Unidos Podemos, y en concreto, su parlamentario Eugenio Romero Borrallo.
Esta semana nos hemos enterado de la triste noticia de que la Junta de Extremadura elimina de su nueva estrategia de industrialización el Distrito industrial corchero, alegando según nos comentan los parlamentarios de Podemos, un motivo sorprendente: "no lo ven".
El disgusto que tengo no es personal, puesto que tanto Francisco Manuel Parejo Moruno, José Francisco Rangel Preciado y un servidor, hemos trabajado (y seguiremos trabajando si el sector nos quiere con ellos), de manera absolutamente altruista y sin intereses personalistas.
El motivo de mi desazón es comprobar que la administración sigue cayendo en el mismo error de planificación una y otra vez, siguiendo un modelo de políticas económicas poco inteligentes definidas desde su torre de marfil emeritense, sin contar realmente con la voz de las empresas que son los que verdaderamente han de ser los transmisores de sus necesidades, y sobre ellas, construir las políticas de emprendimiento, y no al revés, que es lo que se ha hecho siempre.
Valga este escrito para informar a la sociedad extremeña de tal circunstancia, especialmente a los territorios corcheros.
Quisiera dar las gracias a todos aquellos que nos han apoyado durante todo este tiempo, destacando especialmente al grupo Parlamentario Popular, Izquierda Unida y Unidos Podemos, habiéndose negado este último además a firmar la nueva estrategia de industrialización regional por el único motivo de que no se ha incorporado el proyecto del Distrito Industrial corchero en su paquete de acciones.
