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El paquete informativo y la verdad rigurosa

21 de Mayo | 12:17
El paquete informativo y la verdad rigurosa
Llamamos “paquete informativo” al conjunto de informaciones que recibimos unos de otros y al que nos llega de los medios de comunicación. En principio, todos trataríamos de comunicar la VERDAD, pero, socialmente, la verdad verificada está en minoría. Si la comunicación se pudiera especificar diferenciada, quizás no habría mucho error si dijéramos que la verdad que se comunica no pasa del 10%. El 80% o 90% restante habría que distribuirlo entre opiniones, propaganda, errores o mentiras.

Por otra parte, la democracia no busca la verdad, sino el bien social y el poder. En el mundo en que nos movemos predominan de forma sustancial las opiniones y las “creencias” comunes, frente a la ciencia o a la verdad verificada. Incluso los investigadores, cuando salen del laboratorio, se adentran en el lenguaje común y en el mundo de las creencias. Algunos científicos, muy célebres y rigurosos,  han sido calificados de “ateos” los días de la semana y “creyentes” los sábados y domingos.

Hay una predisposición social a creer lo que se oye y se ve en los medios, quizás por una necesidad social de tener una cierta estabilidad emocional pensando que nadie quiere engañar a nadie. La realidad es que la manipulación existe por parte de los que no tienen prejuicios en engañar, en usar noticias no verificadas, incluso mentiras totales y verdades a medias, con tal de conseguir beneficio. Si de aquí pasamos a las informaciones políticas y la publicidad, las opiniones y las ideologías se exponen, a veces, como verdades absolutas, con exclusión de las opiniones contrarias. Nos preocupan, de modo especial, las informaciones en letra pequeña e ilegible, que hacen sospechar el engaño oculto.

Haría falta una revisión social para distinguir, en lo posible, la manipulación y la propaganda, de la verdad objeto de la comunicación. Lo que se hace con el agua por ayuntamientos y entidades públicas, quizás podría ser un modelo para evitar que la población esté sometida a las intoxicaciones de la información gravemente perjudiciales para la salud mental, e incluso económica y de otro tipo, puesta en peligro por los manipuladores y desalmados.

El mismo control que se hace de las medicinas, el agua y otros alimentos, podría servir de ejemplo para el uso de la verdad en la información. El tema es complejo y, a veces, casi intocable porque con la prensa hemos topado, no con la iglesia, como diría Don Quijote.

Sería difícil controlar a los manipuladores y regular otros derechos además de mantener la libertad de prensa y todas las libertades democráticas.

La “posverdad” parece un truco verbal, un engaño especulativo, que se maneja de forma equívoca contra las personas más indefensas y, a veces incluso, contra los que aparentemente tienen un nivel cultural alto. Las comunicaciones, sobre todo verbales, de calle, suelen tener un grado alto de aceptación acrítica. Un oleaje de propaganda masiva puede llevar a establecer las creencias contrarias y, a veces, las más negativas, sin un juicio crítico que lo verifique.

EN LA CAMPAÑA ELECTORAL

Lo anteriormente dicho entra dentro de las costumbres más  corrientes; pero si lo trasladamos a la política, al comienzo de la interminable campaña electoral “que estamos empezando…”, las creencias están ligadas a la propaganda, más o menos hábil, con más o menos medios, para hacer que el pueblo las acepte sin ningún análisis crítico. La propaganda masiva de algunos partidos, en los medios públicos y privados, la convierte casi en exclusiva; la propaganda se convierte en moneda falsa con apariencias de verdad auténtica.

En cualquier caso, el paquete informativo no está lo suficientemente depurado para que el pueblo, la gente llana reciba una información sana, no contaminante y que pueda hacer daño a la sociedad de un modo grave con informaciones falsas y tendenciosas. Nadie aceptaría como agua potable las aguas de un río contaminado, sin depurarlas de algún modo. La sociedad tiene derecho a una información limpia y saludable socialmente y no estar sometida a la  propaganda, la mentira y el engaño. Artículo 20.1.d) de la Constitución: “Se reconocen y protegen los derechos: A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”. Insistimos en el aspecto de la veracidad. La verdad rigurosa, verificada es una parte muy pequeña del conjunto de la información. Habría que respetar, entre otras cosas, el derecho al honor, cuya vulneración se consigue, a veces, por esas malas formas de la mentira y de los intereses.

La verdad, en general, parece que pierde importancia ante el paquete informativo predominantemente lleno de opiniones confusas, de postulados y de pocas verificaciones.

La salud intelectual y moral de una sociedad requeriría algún sistema para depurar las “aguas contaminadas” que se venden a la población como si fueran las más saludables y beneficiosas.

            Reclamamos la verdad contrastada para el bien de todos.

P. CAÑADA CASTILLO

EXTREMADURA UNIDA



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