La primera gran diferencia que me gustaría resaltar, tras esta visita a esa zona, en un grupo de seis extremeños, cuatro franceses y tres griegos, es la diferencia abismal en lo que es la aplicación de la normativa europea. El pragmatismo burocrático de las administración local, regional y nacional, hace que estas puedan entenderse con los emprendedores rurales y con las asociaciones y ONGs, con mucha más agilidad, seguridad y confianza de lo que acostumbramos a hacerlo en España y en Extremadura.
La segunda cuestión importante es lo claro que tienen la importancia de los pequeños agricultores y ganaderos para evitar la despoblación de los núcleos y pueblos rurales. También el uso del agropastoralismo para combatir el fuego, gestionando el monte de forma distinta a como lo hacemos aquí. Y cómo apoyan iniciativas de artesanía y pequeñas producciones tradicionales que sirven de complemento económico a los habitantes de estos pueblos para mejorar su economía y nivel de vida, al tiempo que sirven de oferta de productos de marca, muchos de ellos con Denominación de Origen, que exponen en tiendas especializadas por toda la geografía de los pueblos del Parque. A su vez esta amplia gama de productos de artesanía y de buena gastronomía, son la divisa cultural que el Parque Nacional ofrece a los visitantes, reforzando así un turismo de naturaleza y paisaje que tienen bien asociado a una oferta turística inteligentemente desarrollada y que forma parte de una concepción del desarrollo rural que ayuda claramente a mantener la población en estas comarcas.
Así pudimos ver explotaciones convencionales de ovejas y corderos para carne, y explotaciones en ecológico para venta como producto diferenciado; explotaciones de viñedo para uva de mesa y elaboración de vinos de calidad en ecológico, con variedades autóctonas de la zona; y explotaciones de ganadería extensiva en las que se aplican las medidas agroambientales a la gestión de incendios mediante un pastoreo concertado.
Una experiencia interesante fue la de comprobar cómo un matadero cerrado por mala gestión en lo referente al maltrato animal, ha sido rápidamente arrendado a la administración por un grupo de 40 ganaderos de la zona, organizados en cooperativa para no depender de las grandes cadenas del sector cárnico. Ellos mismos se formaron durante seis meses con la ayuda de un experto profesional que han contratado de gerente, y se encargan de la gestión y la venta de sus carnes.
También pudimos visitar a ganaderas de la zona donde se elabora uno de los quesos típicos del Parque Nacional, denominado PÉLARDON, cuyos pequeños rebaños de cabras limpian un amplia zona de monte, para lo que se le dan facilidades y ayudas diversas.
Finalmente subimos al Monte Aigoual, con parada en el Puerto de Serryrêde, donde Noemi Cabannes nos presentó el Pacto Pastoral Intercomunal, realizado por 16 municipios de las zonas de Causes, Aigoual y Cevennes (Tierras Solidarias), con el objetivo de apoyar el pastoreo y la gestión de la tierra agrícola.
Mi conclusión tras este recorrido es que cuando los habitantes, la administración y el entorno asociativo de este amplio espacio natural protegido, tienen una concepción clara de lo que debe ser el desarrollo rural, y el modelo a aplicar en lo relativo a la gestión de la artesanía, agroalimentación y el turismo cultural y de naturaleza, y no se dejan pillar por la rigidez de la normativa y por la burocracia, los pueblos de un entorno protegido mejoran su calidad de vida y al menos mantienen su población.
Espero sepamos transmitir a la Administración de Extremadura el balance de este viaje y de este proyecto que han llevado a cabo el Foro Europeo para la Conservación de la Naturaleza y el Pastoralismo y la Fundación Entretantos.