Respecto al origen de esta fiesta, la teorías son distintas, según ha apuntado el Ayuntamiento de Jarandilla en nota de prensa, y entre ellas está el hecho de que los pastores que utilizaban los escobones como antorchas para alumbrarse en el camino de regreso y que sus familiares esperaban la llegada de los cabreros a los pies de la hoguera.
"Escobonazos que iban y venían en señal de júbilo por el encuentro de los seres queridos... y todo ello, debido a que acudían al pueblo para la festividad de la Inmaculada Concepción", ha indicado.
Según ha explicado el consistorio, esa noche el fuego "es el principal protagonista" ya que, previamente a la procesión, sirve para que niños, jóvenes y mayores se "aticen" con los escobones encendidos y posteriormente, "son esos escobones los que se elevan para alumbrar el estandarte de la Virgen a lo largo de todo su recorrido", ha aclarado.
En cuanto a los preparativos que giran en torno a esta fiesta de Interés Turístico Regional ha destacado algunos como la elaboración de los escobones, las hogueras, buscar ropas viejas que no prendan, rellenar las botas de vino, acompañar a los mayordomos en la petición de la rosca o buscar "trastos" viejos para echar a la lumbre.
Por último, ha resaltado que cuando comienza a anochecer, comienzan en Jarandilla los cánticos y vítores a la Virgen de la Inmaculada Concepción y las escobas prendidas, una "batalla" que finaliza al comienzo de la procesión y "para disfrutar de las impresionantes hogueras que arderán al paso de la virgen".