Política y Fútbol, influenciados y enfrentados
 | | 11 de Diciembre | 12:40
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Hoy en día parece que todo esté tocado por la varita de la política, aquello que no resulta hasta extraño, parece estar dentro de los cánones no establecidos como tal pero que están ahí, de algún modo todos hemos contribuido a crear y a acatar esa influencia de la política en nuestro día a día.
Si hay algo que poco a poco se ha convertido en uno más de la familia, que está en nuestras mesas, de lo que todos entendemos, o más bien nos lo creemos, es el deporte y si concretamos aún más, el fútbol, el deporte rey en cada casa que por estas fechas se convierte en tema recurrente en las cenas, con la mecha propia para que uno la encienda y todos entren, vamos que es el arma arrojadiza por excelencia de las fiestas. Pero no es monotema, ¿cuál añadimos? ¡La política! La otra cara de la moneda de la que también entendemos, no íbamos a ser menos. Fútbol y política el cóctel que en muchas casas se toma por Navidad.
La pasada semana, sin ir más lejos, nos convertimos todos en espectadores involuntarios de un corto al que no querríamos haber asistido, se juntaron los actores oportunos encargados de encender esa mecha de la que hablábamos: radicales, extremas derecha e izquierda, fútbol, política, insensibilidad, un cúmulo de todo lo peor que nos podemos imaginar aderezado con lo que cada uno de los secundarios aportaba. Por desgracia no era una película y quien murió no era el actor del momento, aunque se convirtió en protagonista.
Pero ¿por qué? Esa batalla campal en que se convirtieron los aledaños del Calderón se basada en ideologías más que en deporte, en lo que menos pensaban los seguidores era en el partido que en tres horas comenzaría, en si el balón se decantaría más por una portería que por otro, creo que eso, el partido en sí, no les importaban. Más vale una imagen que mil palabras y todos pudimos verla. Los seguidores de cuatro equipos, tres de extrema izquierda y uno de ultraderecha habían quedado, como cualquiera de nosotros cuando tiene una cita, habían puesto lugar y hora para una única cosa, pelear. Y si ahora respondemos a ese porqué solamente podemos decir: ideología.
Habrá quien piense que eso no tiene nada que ver, que el fútbol discurre independiente de doctrinas o credos políticos, pero no, no es así. La muerte de este aficionado fue fruto de la confrontación entre izquierdas y derechas, esos grupos que poco a poco, por desgracia demasiado lento, están siendo erradicados de los estadios, vale que no todos son radicales, que pagan justos por pecadores pero hay veces que la única manera de solucionarlo es ésta. No quiere decir que tener una ideología, unos principios, nos lleve por mal camino, pero hay camino suntuosos que pueden perdernos.
La política está metida de lleno en el esférico, de hecho los equipos funcionan como partidos políticos, con su presidente, equipo de “gobierno”, afiliados y simpatizantes, con sus programas electorales y correspondientes elecciones, con su simpatía por uno u otro político que invitan al palco. Recordemos algún caso destacado de ese binomio fútbol- política, solamente tenemos que echar la vista un poco atrás y viene a la memoria el comunicado emitido por el Barcelona en el que dejaba claro su decisión de apoyar al presidente catalán, Artur Mas, y sus ideas sobre Cataluña, hasta el momento habían sido tibios, puede que por miedo a la repercusión, futbolísticamente hablando, pero se armaron de “valor” y dieron un paso adelante, ¿qué conllevó? No estoy en la cabeza de los barcelonistas catalanes pero seguro que para muchos que su equipo se decantara supondría que ellos también lo hicieran. ¡Menudo golazo se marcó el señor Mas con el Barcelona de su lado!
Los equipos de fútbol están formados por personas y son seguidos por personas, por desgracia dentro de éstas hay radicales que defienden a capa y espada aquello en que creen, convierten en parte de ellos principios absurdos que los vuelven inconscientes, agresivos y, por desgracia, en asesinos. Una afición, un entretenimiento, un gusto, que por defender lo indefendible termina como hemos visto.
Ojalá todos hiciéramos como ese niño de nueve años que este fin de semana iba al fútbol con su padre y abría una pancarta en la que pedía a los Reyes Magos que nadie volviera a pelearse por el fútbol.
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