¿Qué esconde un libro?

Cuando tenemos un libro delante imaginamos, observando su portada, lo que puede esconder dentro.

Puede estar años situado en una estantería, viéndolo cada día; seguiremos apreciando sólo una foto en la cubierta y tratamos de descubrir a ciegas lo que nos depara la obra.

Pero es una vez que decidimos elegirlo de entre todos los demás, al abrirlo, cuando verdaderamente damos sentido a la imagen de la tapa, al significado del título, a las líneas que nos ofrecen un poco de información. Y es en ese preciso momento en que, al volver a mirarlo, misteriosamente lo percibimos de una manera distinta.

Hemos descubierto su interior, hemos conocido la historia que está escrita en sus páginas e incluso simpatizamos con algunos de sus personajes y odiamos a otros.

Una vez que hemos terminado de leerlo lo cerramos, comprobamos de nuevo su portada, y sentimos la satisfacción de haber descubierto un secreto, algo que no todo el mundo conoce.

Volvemos a colocarlo en la estantería: ahora es diferente a los demás.

Cuando visualizamos todos los ejemplares que se encuentran colocados en ese mueble, nuestra mirada se detiene frente al libro leído y, con cierto orgullo y complicidad, le decimos en silencio, de manera telepática: “Sé lo que escondes”.