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Opinión-Editorial

Sánchez con la Constitución en mano

29 de Diciembre | 13:15
Tengo una imagen marcada de algún fin de semana atrás, les voy a poner en situación. Un corrillo de personas, de diferentes sectores profesionales y económicos, todos ellos sentados en círculos concéntricos esperando la llegada del punto central. Ese punto o círculo principal tenía nombre propio, Pedro Sánchez. Cada uno de los pequeños círculos que lo rodeaban, haciéndose más grandes a medida que se separaban del central, atendían a sus palabras, sin pestañear, sin rechistar, sin suspirar, menos mal que respiraban, miraban a un Sánchez moderno, campechano, cercano, el Secretario General del PSOE en estado puro.

Por lo visto, esta asamblea abierta en Logroño venía a ser algo así como la respuesta al encuentro que hace dos sábado también mantuvo Rajoy con los barones del PP en La Granja de San Ildefonso, en el que se pudo ver a la plana mayor del partido, incluidos los presidentes autonómicos populares, cerrando filas entorno a la defensa de la Constitución Española.

Por un lado teníamos, esa mañana de sábado, a Sánchez asegurando que Rajoy se mantiene inamovible ante la idea de reformar la Carta Magna, por otro al Presidente del Gobierno de España admitiendo que “no es intocable”, diciendo estar dispuesto a reformarla “por el interés real de los españoles o por el proyecto europeo”. Entonces si Rajoy asegura que las modificaciones son posibles y se harán, y Sánchez le desmiente ¿en qué quedamos? El primero debería, como bien dice el segundo, tomar responsabilidad y proponer reformas definidas, no a boleo, sin concretar, especificando sin pensar tan solo en las bonitas y recurrentes palabras llegando a convertirlas en eslóganes, que suele utilizar y con los que emboba a sus fieles seguidores. El segundo, cuando llegue el momento, tendrá que escuchar, sentarse y analizar las propuestas, porque yo si pienso que el consenso puede dar sus frutos, no solo en este tema sino en todo en la vida, vida que tenemos gracias a que nuestra Carta es de todos y no de algunos, fruto en su día de quienes supieron pactar y ceder para “ganar todos sin que nadie se sintiera derrotado”, como Rajoy recordaba el sábado.

Algo saco en claro como una ciudadana más, la vida avanza a tal velocidad y con ella cada uno de nosotros, con nuestro ideales, principios o creencias, que llegará el momento de introducir modificaciones en la Constitución, como afirman los socialistas, eso sí, manteniendo las bases que en su día la forjaron y dieron pie a su nacimiento, unidad, soberanía nacional, derechos fundamentales como la igualdad o libertad, como mantiene el presidente.

Vuelvo al círculo sin marearme de dar tantas vueltas, alguna que otra tuvo que dar el huracán Sánchez, recuerden que para mí es el airazo del momento, como ya les contaba algunos artículos atrás, vueltas para que todos pudieran apreciar su presencia y hacerse eco de los gestos que ya le caracterizan en las asambleas; con la Constitución en mano, algo así como las azafatas del “Un, dos, tres”, que enseñaban los premios a los concursantes, así hablaba de la Carta Magna, aferrado al ejemplar, como si la vida le fuese en ello y decía sin pestañear, con los ojos abiertos como platos, que “después de treinta y seis años es hora de ser ambicioso y renovarla para que mejore la democracia, limpie de corrupción nuestras instituciones y abra una etapa de regeneración”, ¡ahí le has dado! Una frase repleta de palabras clave: 36 años, renovarla, mejore, corrupción y regeneración. Son muchos años y la gente puede asociarlo a antiguo u obsoleto, por tanto pueden pensar que es necesario renovarla, para que así mejore el país y se regenere, y lo mejor de todo, la palabra del momento, corrupción, Sánchez sea cual sea el discurso que esté dando mete la cuñita de la corrupción. Así se ganó el asentimiento de los que le rodeaban en los dichosos circulitos y él volvió a pestañear.

Me quedo con el momento en el que Sánchez tuvo que responder a una de las preguntas que creo le pone más nervioso y llega a atragantársele, pactar o no pactar, ésa es la cuestión; ante la posibilidad de tener que pactar por necesidad tras las ya cercanas elecciones locales, regionales y nacionales, respondió que “pactar no es sinónimo de debilidad” y diría “sí a pactos concretos en beneficio de los ciudadanos”, habrá que recordarle esta frase cuando él o su mano derecha César Luena nieguen tajantemente que eso de pactar con la “abominable” oposición se les haya pasado por la cabeza, ya estaré yo aquí para hacer ese recordatorio. Mientras tanto, tú sigue paseándote con la Constitución en mano.


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