Monago y Vara lamentan la muerte de José Miguel Santiago Castelo
29 de Mayo | 22:03
Redacción
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Tanto José Antonio Monago, presidente en funciones del Gobierno de Extremadura, como Guillermo Fernández Vara, que casi con total seguridad le sucederá en el cargo al frente del Ejecutivo autonómico extremeño, han coincido en lamentar el fallecimiento del poeta y periodista extremeño José Miguel Santiago Castelo, que ha muerto ste viernes en Madrid, a los 66 años de edad.
La muerte del escritor extremeño, poeta, narrador, ensayista, periodista y académico, es "una pérdida insustituible para las letras extremeñas", afirma Monago, que define a José Miguel Santiago Castelo como un "extremeño con alma" que supo conjugar "la sencillez y la profundidad", tanto en su obra periodística como en la literaria, demostrando siempre "un amor a su tierra y a su país como pocos".
Vara ha definido a Santiago Castelo, que nació en Granja de Torrehermosa en 1948, como un "gran extremeño y un gran español".
Fernández Vara, en varios tuits recogidos por Europa Press, ha trasladado sus condolencias a la familia de Santiago Castelo. "Hemos dejado pendientes algunos sueños", afirma Vara.
"Ha fallecido un gran extremeño y un gran español. Santiago Castelo. Descansa en paz querido amigo", ha concluido el secretario general de los socialistas extremeños.
PERSONA CULTA Y RESPETADA
No por esperado, pues el escritor ha luchado contra una grave enfermedad durante mucho tiempo, el fallecimiento de José Miguel Santiago Castelo ha dejado de ser una noticia cultural y periodística reflejada desde el primer momento en las ediciones digitales de los medios de comunicación.
"Adios a santiago Castelo, memoria y símbolo de ABC", titula el rotativo madrileño en su sección de libros.
"Es imposible escribir la historia reciente de ABC sin darle un lugar destacado a José Miguel Santiago Castelo, ligado a esta casa (Abc) desde el año 1970, y donde mantenía su despacho después incluso de su jubilacion; un despacho que fue durante años «lugar de peregrinación» para decenas de redactores y colaboradores, que encontraban siempre en él refugio, consejo o, simplemente, un oído atento y comprensivo. Castelo, como se le conocía en la Redacción de ABC, lo llamaba su «confesionario laico». «Aquí -decía en 2007- se han dirimido conflictos matrimoniales, celos profesionales y muchas cosas que morirán conmigo». Era Castelo, como le definió Manuel Pecellín, «un anarquista de derechas». Generoso, desprendido, bonachón, de voz tonante que se podía oír en todos los rincones de la Redacción y le hacía imposible pasar desapercibido, cálido y ceremonioso. Tenía aspecto decimonónico: lucía una sempiterna perilla y vestía siempre con traje y corbata. Tenía aspecto de bon vivant, y a su modo lo era. Y destacaba en él la lealtad: a las personas, desde Don Juan de Borbón a Guillermo Luca de Tena, dos de sus referentes; a la tierra, a las ideas, y especialmente a la que consideraba su casa, ABC, un periódico que parecía que se había fundado para que Castelo trabajara en él. Hoy ha fallecido en Madrid a los 66 años de edad."
"Le gustaba decir que, salvo engrasar las linotipias, había hecho de todo en ABC. «Incluso llegué a entrevistar a Miguel Muñoz en su día -recordaba- sin saber nada de fútbol». Empezó en la sección de Sucesos y pasó por distintas secciones, desde el desaparecido Huecograbado hasta Opinión y Colaboraciones, donde exhibía sus virtudes como diplomáticos lidiando con los egos y las impaciencias de los colaboradores; para todos tenía las palabra justa y tranquilizadora. Entre 1983 y 1988 se desplazó los veranos a Palma de Mallorca para cubrir la información de la isla, incluída la estancia de la Familia Real, para la sección «España en Vacaciones»; sus sabrosas y literarias crónicas crearon estilo. En 1988 fue nombrado subdirector del periódico, y en 2010, año de su jubilación, pasó a presidir el comité asesor editorial de ABC.
"Su pasión por el periodismo solo era comparable a la que sentía por la poesía. «Hacer poesía -escribió- es una forma de oxigenarse, de insuflar aire fresco a la vida». En 1976 publicó su primer poemario, «Tierra en la carne», al que seguirían «Memorial de Ausencias» (1978), que obtuvo en 1982 el premio Fastenrath de la Real Academia Española; «Monólogo de Lisboa» (1980), «La sierra desvelada» (1982), «Cruz de guía» (1984), «Como disponga el olvido» (1985), «Al aire de su vuelo» (1986), «Antología extremeña» (1991), «Habaneras» (1995), «Hojas cubanas» (1997), «Siurell» (1988), «Cuerpo cierto» (2001), «La huella del aire» (2004), «Quilombo» (2008), , «La hermana muerta» (2011) y «Esta luz sin contorno» (2013), entre otras publicaciones.
José Miguel santiago Castelo recibió en vida numerososas distinciones, tanto literarias como priodísticas. En el año 2006 se le concedió la Medalla de Extremadura, máxima distinción de la comunidad autónoma extremeña.
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