O disimulan mucho o Vara y Podemos no se quieren
2 de Junio | 20:00
Redacción
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Guillermo Fernández Vara y Álvaro Jaén Barbado se han reunido, han hablado mucho y no han concretado nada. O al menos eso han dejado patente ambos a la salida de su encuentro.
Para ser el primer cara a cara del que, se supone, será el dúo estelar de la IX legislatura, esta primera reunión no ha dado mucho de sí. Es más, da la impresión de que no ha habido empatía entre ambos, de que no ha existido afinidad. O los dos disimulan muy bien, o lo suyo está muy lejos de ser un flechazo político.
Tal vez la razón estribe en que no se necesitan. Ni Guillermo necesita a Álvaro para ser presidente, pues, como ha declarado el líder socialista es posible un pacto entre Podemos y el PP, pero no se va a producir; ni tampoco Álvaro necesita a Guillermo para ponerse “en modo elecciones” generales, como le ha pedido Pablo Iglesias, y enarbolar la bandera de las reivindicaciones apremiantes con el objetivo de ocupar La Moncloa.
Y no sólo no se necesitan, sino que la presencia de cualquiera de ellos puede perjudicar al otro.
Así es más que improbable que, en Extremadura, el PSOE y Podemos pasen de las declaraciones y de la coincidencia de criterios programáticos a los pactos firmados y rubricados. Jaén quiere que el presidente del Gobierno extremeño no gane más de tres veces el salario mínimo interprofesional -unos 27.000 euros anuales- y Vara dice que hay que verlo, que no se trata de ser el mejor pagado, pero tampoco de ser el peor.
Si la noche electoral, tras conocerse la victoria del PSOE, José Antonio Monago, presidente en funciones y candidato del PP a seguir gobernando Extremadura, no hubiese anunciado que su grupo se abstendría en la sesión de investidura, tal vez este primer encuentro entre Vara y Jaén hubiese tenido otro cariz, pues el PSOE necesitaría asegurarse al menos la abstención de Podemos.
Pero el panorama es bien distinto. Monago insiste en que el PP se abstendrá, aunque pierda ayuntamientos importantes, pues sigue defendiendo su idea de que debe gobernar la lista más votada y al insistir, no sólo hace gala de su coherencia, sino que reduce la capacidad de influencia parlamentaria de Podemos y, por supuesto de Ciudadanos, que con un escaño y semejante distribución de fuerzas, mucho tendrá que ingeniárselas para poder influir.
El habitual distanciamiento entre los líderes de los dos principales partidos políticos parece haber aumentado durante los últimos días. Monago llamó a Vara la noche de las elecciones, para felicitarle, y no han vuelto a dialogar. El motivo de ese alejamiento pudiera estar en el anuncio que hizo Monago sobre la abstención del PP en la sesión de investidura. Según Vara, como el PP ya ha tomado su decisión, no hay mucho de qué hablar.
Sin embargo, quedan dos cosas ineludibles, muy importantes y pendientes de concretar. Una es la fecha de constitución del nuevo Parlamento. Le corresponde decidirlo al presidente saliente, pero a Vara, principal interesado, parece darle lo mismo un día que otro. El segundo asunto es el traspaso de poderes. Por primera vez se aplicará la Ley de Transición entre Gobiernos. Nuevamente Vara será el principal afectado por un buen o mal traspaso de poderes. Pero sobre este asunto se pasa de puntillas.
Así que motivos para hablar y llegar a acuerdos, aunque sólo sean de calendario, no faltan. Ganas no parece que haya tantas. No arranca la legislatura con muchas muestras ni de empatía ni tampoco de cordialidad.
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