"Volver a empezar..."

… Otra vez, volver a encontrar a los viejos amigos y juntos volver a empezar…” Eso es, volvemos a empezar. ¿Os acordáis de esta sintonía de unos grandes almacenes españoles de hace años por estas fechas? Oía esta musiquilla cuando era pequeña y me entraba una penita, quedaba nada y menos para ponerme el uniforme y volver al colegio. Pues ahora poco más o menos pero con la perspectiva de los años. Ya he vuelto después de unos días de desconexión política, es difícil, lo sé, pero lo he conseguido, ¿me creéis?

Bien, volvemos a empezar, eso sí, ahora en un colegio muy particular, también con sus pupitres, no tal y como los recordamos, pero ahí están. Qué más cosas hay en estas aulas…mochilas, muchas mochilas, parece que se ha impuesto la moda en esos coles tan particulares el llevar cartera; tenemos los que la llevan de mano, muy cómodas y estilosas; luego están los que la llevan a la espalda, como las hemos llevado toda la vida en el colegio, algunos bien colocadas, aunque parezcan Tortugas Ninjas, ¡lo siento! Y otros a un lado, con un asa y como si de quinceañeros se trataran, (recordemos que he dicho más arriba que íbamos a hablar del colegio pero con la perspectiva de los años, que muchos se olvidan de eso)

Ahora las aulas, magnas, hemiciclos, paraninfos, aquí a lo grande, sino no hay colegio. Escalonadas, como en la que yo hice la selectividad. Unos detrás de otros, viendo lo que hace o deja de hacer el de abajo, cotilleando con el  que está sentado al lado y pasándose notitas con el de dos filas más allá. ¡Menuda clase! Algo diferente tienen estas aulas, unos sillones en vez de las típicas sillas en las que si tenías las piernas un poco más largas quedabas ridícula, aquí no, sillones de piel, ¡de los buenos! Alguna cabezadita se habrá echado algún díscolo alumno.

Entre clase y clase toca el descanso, eso sí, merecido. Salen los alumnos al pasillo, toman un café o el zumito (como yo), les da un poquito el aire, hablan con esos otros alumnos que luego lo cuentan todo a todos a partir de las tres de la tarde. Hay algunos que aprovechan para jugar un rato, luego se les olvida que vuelven a clase y continúan jugando, resultado: castigo asegurado. Pero no solo los hay juguetones, también están lo que una vez se sientan y piensan que nadie les ve se dedican a hacerle los deberes a otros, ¡qué eso no se hace! Menudo ejemplo.

¿Y las nuevas tecnologías? Que ya de nuevas tienen poco, llevarán un siglo y las generaciones futuras seguirán llamándole nuevas. Muy buenas para unas cosas pero que malas para otras. A mí que no me digan estos alumnos que tras tantas sesiones de estudio, debate y reflexión no miran el móvil ni una vez, no usan la tablet ni nada de nada, ¡ja, ja! Me río yo de eso.

Se me olvidaba, otra cosa más en este colegio tan especial, la edad, todos pasan ya de la veintena, más de la treintena y de la cuarentena para arriba casi todos, quién diría que son repetidores.

¿Es o no es un colegio muy particular? Pues eso, como si de un colegio se tratara a veces se comportan. Esperemos señorías, todos, que con el nuevo curso ya comenzado reine la paz, el diálogo, la concordia, el bien común, las necesidades generales... Y dejen a un lado las impertinencias, los odios, la mala educación, las respuestas inoportunas, el chismorreo y el cotilleo, los dimes y diretes, y mil cosas más.

Señorías, quedan unos meses muy complicados, lo tienen todo para ser los mejores, para hacer de nuestro país el mejor, pónganse manos a la obra, estudien, analicen los datos, miren con perspectiva, con anchura y, sobre todo, no sean egoístas.

Veremos a ver qué pasa, los exámenes están a la vuelta de la esquina aunque haya empezado el curso ahora y somos nosotros los que ponemos las notas, el que avisa no es traidor.