Que el cocinar se ha convertido en un fenómeno televisivo no puede dudarlo nadie. A cualquier hora seguro encontramos algún programa con fogones encendidos en el que enseñan trucos para que el guiso quede apetitoso, para que la mesa luzca como un día de fiesta o, simplemente, para que nuestro bolsillo no se resienta.
Uno de los maestros de la cocina es Alberto Chicote, quien se ha convertido en el cocinero más televisivo de nuestro país, eso sí, sin quitarle el puesto al incombustible Arguiñano.
Chicote se pasea por AtresMedia como dueño y señor de las cocinas, todo hay que decirlo, sus programas enganchan, no sabemos si por su presencia, su forma de tratar a los participantes, su vocabulario en el que da la sensación olvida que está delante de una cámara, el caso es que funciona.
Ahora Chicote conduce el reality por el que Antena 3 apuesta desde hace tres años, Top Chef, en el que reputados cocineros, no aprendices ni aficionados, se miden entre sartenes, cazos y nitrógeno líquido, el más modernillo.
El formato telerrealidad funciona y todas las cadenas han sabido aprovecharlo, más aún si a parte de entretener se aprende, como es el caso. No se centra en cotilleos, en historias personales, en dimes y diretes, sino en el trabajo de un puñado de buenos cocineros que quieren ser más, llegar a más, conseguir el ansiado galardón Top Chef por el que sudan la gota gorda.
En cada programa son tres las pruebas por la que los concursantes han de pasar; una primera en la que se elige el concursante inmune del día, la segunda divididos en grupos que suele realizarse en exteriores y la tercera en plató a la que solo van los perdedores de la prueba por equipos, de ésta sale el expulsado de la semana.
Debe resultar un tanto frustrante que cocineros con Estrella Michelín, Soles Repsol, dueños de restaurantes, jefes de cocina de grandes cadenas hoteleras, de hoteles donde la tradición y el lujo van de la mano, se vean expulsados por un mal día al preparar una carne o porque no sea del gusto de un jurado.
El caso es que después de un programa la vida sigue y para muchos no cambia, pero para unos pocos es el revulsivo que necesitaban para así catapultar sus carreras en cocina.
Chicote sabe moverse entre cámaras, a veces parece que más que entre cuchillos, la cadena hizo en su día una gran apuesta por un cocinero mediático y la jugada le salió redonda, lo mismo te cambia el restaurante, que te enseña un plato estrella, que te mira con mala cara, todo en uno.
Sin duda, conocer el día a día y el minuto a minuto de las vidas de los demás nos gusta y nos engancha, eso sí, la de los demás, no las nuestras.
Veremos qué pasa esta noche en la nueva entrega de Top Chef.
