Es domingo, sí, lo sé, no me he equivocado, mis días son entre semana pero es que quería tratar un tema que sí o sí ocurre los domingos; cada cuatro años, más o menos, tenemos un domingo clave para los españoles, las elecciones, de eso vamos a hablar hoy domigo, ¿os apuntáis?
Ahora sí, por fin tenemos fecha para el último asalto de este combate político que tenemos en España, el 20 de diciembre, cuatro años y un mes después de los últimos comicios nacionales. ¿Se acuerdan de Mayweather y Pacquiao? Salvando las distancias, que entre algunos hay muchas y entre otros ninguna, pizca más o menos, veremos a ver si no nos defraudan. Mirémoslo por el lado positivo, simpre pensando en sus señorías, gane quien gane se endulzarán el piquito con turrones y polvorones y algún regalito caerá, que a todos nos gusta.
De aquí en adelante, hasta el siete de enero, la de fiesta que nos quedan, si nos ponemos a mirar el calendario tenemos para todos los gusto, con puentes incluidos, lo que no vamos a tener es dinero para celebrar todo. Pero sino podemos hacer una cosa, sentarnos frente al televisor, encender nuestro ordenador y ponernos al día con todo lo que nos pasen: declaraciones, debates, caras a caras, ... ¡Qué no nos vamos a aburrir! ¡Con lo que me gusta a mí esto!
¿Será el “Fum, fum, fum” la sintonía de la campaña? No me estoy riendo, no estoy haciendo burla del tema, más si ya me conocéis un poquito sobre mi postura ante la política, pero es que no habían pasado ni 24 horas y no saben la de mensajes chorras que tenía en el móvil, WhatsApp se convirtió en un hervidero de ideas, canciones y chistes de cara a diciembre. Más que para el 20 parecía que eran para el 28, decían algunos, la inocentada del año.
No, no es una inocentada, entiendo lo que se puede llegar a crear entorno a las elecciones tal y como está el panorama, también me río con las tonterías que algunos llegan a decir, son ocurrentes, pero hasta ahí llego. Veo que muchos no tienen en cuenta la importancia de las elecciones, no llegan a valorar el sentido de las mismas, no saben para qué sirven, no sabe qué son.
Las elecciones son el “arma” con el que los ciudadanos contamos para hacernos oír, para opinar, para hablar, para estar ahí. ¿Hay que votar? Debería ser una obligación, cuando hablo sobre ello con amigos no están de acuerdo con lo de la obligación y siempre temino diciéndoles: cuando llegue el momento de que algo no te cuadre, no te quejes, no tendrás derecho, porque en su día no ejerciste tu derecho al voto para ser partícipe, para ser miembro de España. ¿Hay o no hay que votar?
Hecha la reflexión/ reprimenda (no soy nadie para reñir a nadie, lo sé) quedan por plantearse muchos aspectos en este período de precampaña y posterior campaña. Nos quedan por ver muchas cosas, por ser partícipes de muchas otras, por renegarnos, por tener ganas de dar un golpe en la mesa, por discutir (eso fijo); nos quedan mil y una cosas por hacer y vivir porque la política no es cosa de Génova, Ferraz y compañía, la política es de todos y somos todos.
En once domingos estaremos inmersos en una de esas jornadas para la historia (frase que algún político usará, fijo); las colas de votantes frente a las urnas se repetirán en toda España; los interventores y apoderadas sentirán nervios cuando llegue el momento del recuento; alguna gracia caerá en medio de una jornada tan larga y completa y también algún villancicos, ¡qué es el 20 de diciembre!
¿Qué sintonía llevarán los candidatos en sus coches de campaña? ¿Los jóvenes de los partidos animarán el cotarro con algún villancico? ¿Caerá algún cachito de turrón en el picnic de la jornada electoral? De aquí a entonces estos y muchos otros interrogantes surgirán, a algunos se les dará respuesta, otros quedarán en la incógnita. Pero la respuesta más esperada se dejará ver a media noche del 20 al 21, ¿se consolidará la recuperación iniciada? ¿Habrá cambios a no sabemos qué? ¿Cómo serán las cámaras a partir de entonces? Solo queda esperar y mientras tanto “20 de dicimebre, fum, fum, fum”.