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Opinión-Editorial
DOCTOR, NO ME REPRESENTA II

¿Cómo se encuentra usted? Dígame

11 de Octubre | 13:29
    Vuelvo a escribir en domingo, quiero poner mi granito de arena a los acontecimientos de esta semana. A ese popurrí sanitario telefónico en el que nos vamos a meter que seguro solamente está en un punto y seguido.

    Por lo visto ya está todo solucionado, aquí todo se va a arreglar con una llamada de teléfono. Como me decía una conocida el otro día: “esperemos que tengan tarifa plana porque sino... subida de impuestos para pagar lo que se va a gastar en llamar”. Supongo que ya saben por donde van los tiras, ¡exacto! Por la nueva de este gobierno: que hay problemas de lista de espera, no pasa nada, ahora nos ponemos con lapiz y papel por delante (mejor que el ordenador, que hay algunos que lo fastidian con solo mirarlo) y a llamar a nuestros vecinos de tooooooda Extremadura, ¿para qué está el teléfono sino? Esto viene a ser un “plan de choque”, cuidado no vaya a ser que del susto nos demos el choque y ahora colapsemos las urgencias.

    Supongo que alguno recordará aquel artículo que por comienzos de julio escribía, muy a mi pesar. Reconozco las mejorías habidas, los cambios, los avances y, sobre todo, la mejora en el trato humano de los responsables de nuestro servicio de salud que atienden atentamente a los enfermos, aunque claro, como era de esperar, para los nuevos nada de eso existe y Extremadura estaba sumida en el caos, pero tranquilos, ahora poco más y va a ser el cielo. Pero no solo reconozco lo bueno, en su día reconocí lo malo y así se lo hice saber a quien competía en su momento la cuestión, porque otra cosa seré pero lo mismo que te alabo lo bueno, lo malo te lo recalco. Como iba diciendo, que me pierdo, las circunstancias de ese artículo están pizca más o menos. Les pongo en la situación actual en la que nos encontramos: ya con el traspaso de poderes hecho, ya trabajando a medio gas, pero trabajando el presidente, el nuevo consejero y su equipo, ya... seguimos igual. Una nueva cita y un nuevo especialista, me dijeron que no reclamara porque claro, el papelito nos llegó en agosto y es que agosto...viene siendo...a ver cómo lo digo...el mes que nadie hace nada. ¡Qué no puede con el dolor! “Pues no reclames porque mediados de octubre está a la vuelta de la esquina”.

    Por la reclamación que en su día pusimos fuimos atendidas muy amablemente por el Defensor del Usuario que, gracias a las gestiones oportunas (oportunas y tremendamente necesarias) se consiguió adelantar la cita para una prueba diagnóstica (resonancia magnética de “órbita”, los ojos gracias a Dios los tenemos de maravilla, el dolor viene a ser en la zona lumbar, pero según el papel del neurólogo es que mi madre no veía bien, ¿es o no es para indignarse?) a mayo, cuando debía haber sido en octubre, 15 meses después desde comenzar el  agotador y desesperante periplo. Ahora, el viernes, Dios mediante, a las 10´45 de la mañana pasará por un nuevo especialista, el rehabilitador, que valorará si es necesario o no dar unas sesiones. Visto lo visto, vivido lo vivido, si no vas coja o algo peor no eres un caso para tratar. ¡No te fastidia, como a ellos no le duelen, no sufren calambrazos, no se les entumen las piernas, no,no,no...!

    ¿Y todo esto a qué viene? A que como ciudadana me he sentido indignada con las palabras que en el pleno pasado pudimos escuchar sobre las listas de espera, no solamente por la cantidad de pacientes que la engrosan, es lógico que nos mosquee, sino más por las malas y “buenas” palabras; malas por el ataque continuo a la gestión anterior que ya inició un plan para paliar las listas que venían de tiempo atrás y que, como es lógico, o se trabaja día y noche a destajo o en cuatro años no se pueden arreglar; y “buenas” porque me toca la moral el que con una llamadita de teléfono se vayan a solucionar los problemas por un lado y, por otro, a modo de cuentagotas, para que no se note, se despide personal.

    Hay personas que solamente se queden en: “anda, mira lo que han dicho, van a reducir las listas poniéndose en contacto con los enfermos, ¡llamándolos! Esto sí que es preocuparse”. ¿Preocuparse? Esto es iniciar una guerra y la salud se convierte en el kalashnikov que dispara sin sentido a todo lo que se encuentra por delante. Con la salud no se juega, no se mercadea, pero claro, al fin y al cabo, a usted, al que llama, al que se sube a la tribua a echarse flores, a usted no le duele y no le van llamar con tono socarrón diciendo: ¿Cómo se encuentra usted. Dígame.


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