La cuestión de paridad me cansa, sí, así se lo digo, me agota, me hastía, provoca en mí un cansancio absoluto, llegando a la somnolencia. No sé, pero a mí eso de la paridad no me gusta. Tanto es así, que llevo desde el domingo para escribir, planteándome seguir con estas letras o no, si publicarlas o no. Sumémosle a la paridad un domingo de lluvia, un titular nada afortunado y mi persona: mal humor asegurado. Y mira que durante cinco días temas han salido, pues nada, me quedé pillada en éste.
¿Por qué no me gusta si soy mujer? Seguro se preguntarán más de uno. Respuesta sencilla: soy mujer y solamente quiero lo que me pertenece, lo que me corresponda por como soy, por como trabajo, por mi productividad, por mi valía, no por ser mujer unido a una ley y, por tanto, por obligación. No.
¿Tan extraño resulta? Ese porqué si que no lo entiendo. Por qué tiene que ser tan extraño que haya mujeres que luchen por la igualdad pero no a toda costa. Eso tampoco lo entiendo. Para mí a toda costa es llevándote por delante a quien haga falta, haciendo lo que sea, ¿es eso lo normal?
Por desgracia vivimos en una sociedad eminentemente machista, y seguirá siéndolo, una sociedad en lo que diga el hombre va a misa, aunque ya muchas mujeres han cogido el toro por los cuernos y se han plantado, eso es lo importante. Pero plantarse con la cabeza centrada.
La paridad es llegar a que puestos en una balance hombre y mujer estemos a la misma altura, no que me “metan” a trabajar sin más, porque sí. La paridad es que niños y niñas sean tratados por igual, no que existan aún familias en las que siga primando el hombre como valor absoluto, como caballo ganador. La paridad es que las mujeres somos grandes deportistas y, por desgracia aún se nos sigue mirando por encima del hombro. ¿Es o no es todo esto y más paridad?
Para mí es eso, no solo para mí, para muchas que me rodean y más allá. No nos sentimos reflejadas en las que dicen que se agarran a una cuota para trabajar. Hay que diferencias dos cosas; por un lado está el equipo machista de trabajo que no incluye, o excluye, a mujeres porque se sienten más cómodos trabajando así, ahí está el verdadero problema, en esas mentalidades; y por otro, esos equipos que obligatoriamente tienen que cumplir con las cuotas, con cantidad, porque al fin y al cabo nos convierten en cantidades, ¿porque tengo que ser un número? ¿Si no valgo por qué tengo que estar a la fuerza?
Equipos completos de mujeres, equipos completos de hombres, equipos mixtos, de diferentes edades, todos pueden funcionar, de hecho lo hacen, todos desarrollan su trabajo, todos están cualificados; pero también están los que formados por narices no dan palo al agua, no hacen nada, no saben lo que tienen que hacer. ¿Es cuestión de paridad?
A ver si los que dan titulares a diestro y siniestro cuidan un poco sus palabras, porque ineptos los hay en todos los sitios y de todos los sexos y ciertas palabras a quienes sí valen, a quienes sí luchan, duelen y mosquean.
