Sí, José Manuel Calderón me representa, al menos en la respuesta que el jugador de baloncesto ha hecho a la crónica que el periodista Salvador Sostres publica hoy en ABC.
Con clase, sencillo y directo. Muchos hemos pensado lo mismo del citado periodista.
Las personas que me conocen saben que no soy una persona muy aficionada a los deportes. Sin embargo, soy ese tipo de ciudadanos, quiero pensar que no el único, que siente y celebra los acontecimientos importantes que suceden a mi alrededor, entre ellos, los deportivos. Soy el primero que me planto una camiseta de España con los partidos de la selección, a pesar de no saber distinguir muy bien un fuera de juego. Algo parecido me ha pasado con el Villanovense. Me alegré mucho por el partido que jugarían contra el Barcelona, porque sabía lo importante que era para el equipo y para la ciudad.
Tras seguir el partido ayer por televisión y redes sociales, esta mañana amanezco con una supuesta crónica deportiva que no dejaba en muy buen lugar al equipo, a la ciudad o a los pueblerinos, pero que ha dejado en peor posición a su autor. Estamos hartos señor Sostres, los extremeños estamos muy hartos de que un evento en el que sólo se debería hablar de fútbol se llene de tópicos sobre sus gentes, personas que han trabajado muy duro para dar la mejor imagen de una ciudad y una comunidad.
Dice el citado periodista que al Villanovense “no se le puede negar la compostura, ni el mérito”, pero sentencia la frase con un “pero el fútbol es otra cosa”. Curiosa afirmación que parte de una persona que ha dejado las siguientes afirmaciones.
Comienza diciendo que le parece deplorable el hecho de “sentar un pobre en su mesa” y que “ni todo el mundo puede ni es agradable cenar con pobres”. Usted sabrá a quién sienta en su mesa señor Sostres. Aquí en Extremadura estamos muy acostumbrados a ayudarnos, entre nosotros y más allá de nuestras fronteras. Los incendios de Sierra de Gata, por poner un ejemplo, despertaron la solidaridad de una región que se volcó, y se sigue volcando para recuperar esta maravillosa zona. La misma solidaridad que llevará ahora una campaña de alimentos, ropa y medicamentos a los refugiados saharauis tras las imparables lluvias que han arrasado sus campamentos. Empatía señor Sostres. Practíquela.
Del artículo deducimos una extraña obsesión por las apariencias de las personas implicadas en el partido. El primer objetivo de Sostres es el árbitro, una persona con “aspecto de representante de fotocopiadoras y corte de pelo de peluquero moderno de Nou Barris”. No he sido capaz de encontrar el prototipo de “representante de fotocopiadoras” en internet, tampoco el estilo de peluquero moderno de Nou Barris, pero a partir de ahora sabré identificar gracias al colegiado cómo es un representante de fotocopiadoras moderno.
El siguiente objetivo del periodista es Cobos, el entrenador del Villanovense. De él dice que vestía “un absurdo jersey de lana con unos lamentables motivos blanquecinos en el pecho, uno de esos jerséis que le hubiera regalado o una novia muy celosa o una tía abuela paterna que viviera en un pueblo más lejano y todavía más pequeño”. ¿Qué obsesión tiene este hombre por la imagen de los demás? Y lo que considero más grave, ¿por qué se empeña en valorar tanto aspectos tan secundarios como la ropa de unos u otros en un partido de fútbol?
Continúa la crónica deportiva, por si se ha creído que leía sobre cualquier otro evento, y dice que “cada vez que enfocaban al público, mi mujer hacía comentarios sobre lo afortunado que hemos sido”. Cómo será de grave la afirmación para que José Manuel Calderón, uno de los rostros más conocidos del baloncesto de nuestro país, escriba un tweet sobre el citado artículo. Cómo dice Calderón, “con lo fácil que hubiera sido hablar de fútbol”.
“La vida sonríe en la ciudad y todo fluye ligero y amable”. Tenía entendido yo que la mayoría de los atascos se producían en las grandes ciudades, sin ir más lejos, los atascos de Madrid del último mes han sido noticias en un par de ocasiones, también en el medio para el que escribe. Pero en su ciudad la vida es “ligera y amable”. Añade “en los pueblos pasa “la vida más lenta. Por eso las pieles de sus gentes son más gruesas y las facciones más duras, y las miradas más penetrantes, como si a cada instante tuvieran el presentimiento de la muerte”.
Mira Sostres, nací en un pueblo hace 23 años y no tengo a cada instante el presentimiento de la muerte. Y como yo muchas personas. No creas que vamos llorando por los rincones esperando encontrarnos con el descanso eterno. Tampoco creo que tenga una mirada “penetrante”, pero me lo tomaré como un cumplido.
Además, no parece que las personas que aparecen en las siguiente imagen tuvieran el presentimiento de la muerte.
Pero sigamos con el análisis del artículo. “El césped presentaba un estado que habría que condenar”. Que el Romero Cuerda se haya preparado, incluido su césped, para recibir al Barcelona es otro ejemplo más de que esos pobres que usted no quiere sentar en su mesa tienen una generosidad desbordante. Ellos podrían haber dejado todo tal y como estaba hasta antes del sorteo. Porque sin esas capas de pintura, sin esas gradas supletorias, sin ese marcador o sin ese cambio de césped, el Villanovense ha jugado en ese terreno de juego hasta conseguir sentar en su banquillo al Barça.
Dice que el palo del córner no era flexible, que se rompió y que “jugamos” (sí sí, jugamos, de nosotros jugamos”) unos minutos sin banderín, “como en un partido de la posguerra”. Añade: “En ese palo de hierro, antirreglamentario y roto, estaba el resumen del partido y del ambiente”. No sé si es antirreglamentario o no, pero insisto, en su crónica, al final, lo que menos importa es el fútbol.
Llegados a este punto vuelve a la indumentaria del entrenador: “el jersey de Cobos tenía capucha”. Todo un dato verdaderamente relevante para conocer cómo se desarrolló el partido.
Y decía el periodista que el fútbol “era otra cosa”. Efectivamente, el fútbol es otra cosa, y no lo que usted ha descrito en su artículo.
Señor Sostres, yo, al igual que José Manuel Calderón, soy de pueblo, y cuando quiera le invito a conocer esta tierra maravillosa llamada Extremadura donde no vemos a la muerte por las esquinas y le llevo, además, a probar alguno de los balnearios que tenemos en nuestra región, por si usted tiene eso que llama facciones duras.