Los Pujol

Hace unos días el ex fiscal anticorrupción Jiménez Villarejo confesaba las presiones que recibieron los fiscales de su época por parte del entonces Presidente del Gobierno Felipe González para que no se investigaran los negocios del President de la Generalitat Jordi Pujol ni de ninguno de los miembros de su clan. Ese pesado manto de silencio nació con el escándalo de Banca Catalana – cuando se obligó a los magistrados a cerrar un caso pese a las aplastantes pruebas de corrupción del Muy Honorable – atravesó todo el gobierno de González, se reafirmó con el de José María Aznar y continúo con Zapatero. No molestar a la familia Pujol. No incomodar. No inquietar.

Del 3% - las comisiones que se llevaba CIU por cada contrato público “ganado” por las grandes empresas – habló Pascual Maragall para, inmediatamente, en la misma sesión parlamentaria donde se había emitido el porcentaje maldito, retirarlas. Sabía que no se debía cuestionar a La Familia.

La espesa cobertura a la corrupción también se ha erigido para tapar los negocios de destacados dirigentes de los otros grandes partidos y si no hubiera sido por la crisis, con una mayor conciencia social acerca del manejo de los asuntos públicos y las propias normativas europeas de transparencia que los distintos ejecutivos han tenido que aceptar, muy tímidamente, seguramente hoy no estaríamos hablando de estos casos.

Los Pujol se han convertido en unos de los clanes corruptos más paradigmáticos de ese estado permanente de latrocinio ante las cuentas del Estado que ha presidido la política en este país. Ellos contaban con la complicidad de las instituciones, todas, porque no en vano durante varias legislaturas CiU ha sostenido gobiernos del PSOE y del PP. Contribuían a la “estabilidad” y por eso había que silenciar, ocultar e impedir que se investigase.

Hoy todos los miembros de La Familia están imputados, pero ni uno solo de ellos está en la cárcel de manera preventiva. La propia policía alerta que esto permite al clan mover el dinero procedente de las comisiones del 3% de un paraíso a otro para que no se pueda localizar o borrar toda prueba. Dicen que Pujol amenaza con tirar de papeles, de dossieres en su jerga. Lo primero, que ningún Pujol esté en la cárcel debe relacionarse con lo segundo, que si Pujol padre habla las instituciones pueden temblar.