!Vamos! Despiértate tempranito porque se va el día y no haces nada. ¿Nada?, claro nada de las otras 10.000 cosas que pensaste que querías hacer.
8.30h: Abrir los ojos y mover el esqueleto.
8.35h: Ya está en marcha el desayuno y mientras tanto friego lo que se ha quedado en el fregadero (que siempre hay algo). Ya he visto que falta el líquido lavavajillas (por no poner marcas), aceite, cereales, azúcar y toda la lista de la compra que tendría que hacer hoy sin falta. Mientras tanto algún mensaje cae en el teléfono, que siendo tan temprano debe ser importante… Mi cuñada: consejos de madres; compañeros: dudas o apuntes de la facultad…
8.45h: Corriendo al cuarto de baño, ¡joder! La ducha que no sale agua caliente… ah, sí, ¡ya!, uf, qué de pelos tengo por todos lados, tendré que pedir cita… ¿y estas canas se reproducen durante la noche?... tengo que esperar a cobrar.
9.10h: ¡Ponte las pilas! La cama ya está arreglada, por donde empiezo… ¿escribo el artículo, voy a comprar o miro a ver por cuál de las ocho dichosas asignaturas empiezo? Definitivamente escribo.
Más mensajes… esto de los chats acaba con la batería del móvil… silenciar.
¡No puede ser! son las 11.00h! ¿Cómo es posible?, el reloj debe haberse vuelto loco. Ya he pensado qué hacer de comer, hoy toca carrillá (que es como se dice en mi pueblo).Tengo que barrer el suelo, que la perra es negra y el suelo blanco. De paso le doy un fregadito con lejía. ¡Ostras! Hay que poner una lavadora, dios mío que no llueva hoy, que no se dónde poner el tendedero…
…He ido al “súper”, he estado exactamente 30 minutos y lo he comprado casi todo y ¡encima he gastado mucho menos de lo que pensaba! Dos besitos!
12.30h: ¡No he hecho nada!, qué horror, no me da tiempo, antes cuando iba a trabajar fuera de casa parecía que me cundía más el día y hasta veía la casa más limpia…
¡Para! ¡Piensa! ¡No es así!
Habiendo escrito sólo cuatro de mis primeras horas de un día cualquiera y sin escribir absolutamente todo lo que he hecho (que seguro que alguien ya habrá pensado que ha hecho el doble en esas cuatro horas y seguro que es verdad), pensando en tantas otras personas que tienen este mismo trabajo, multiplicado por mil, pues además del trabajo de casa, son cuidadores a tiempo completo de algún familiar dependiente, puedo darme cuenta de lo mucho que aprendemos en la facultad del hogar, en la escuela taller donde no dan un título que colgar en la pared.
¿Por qué no me permito relajarme? ¿En qué parte de mi información genética pone que tengo que ser la persona perfecta? ¿Por qué pienso que mi trabajo en la casa no es productivo? Quizás es porque no cobro o porque creo que no aprendo. Eso sí, la remuneración no es económica.
¿Qué no aprendo?
Hoy no he parado de aprender, he aprendido organización, administración y dirección de empresa, algo de técnicas sociosanitarias, Derecho Civil, Prevención de Riesgos Laborales, Antropología, técnicas culinarias, he dado clases de informática… Soy madre y maestra.
Y ahora relájate Ana y piensa en esas otras 10.000 cosas que pensaste que querías hacer…
