EL MIEDO A QUé PASARá
Ninguno estamos libre, ¿por qué?
 | | 16 de Noviembre | 11:26
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Hace dos viernes nos encontrábamos cenando un grupo de amigos en la zona de la Alcazaba, conocida por todos; entre risas, historias, anécdotas y mil cosas más pasábamos una agradable noche que continuábamos en un pub escuchando música y bailando; como nosotros muchas más personas disfrutaban de una apacible noche de noviembre que invitaba a salir a la calle. Ése fue uno de los flashes que vino a mi cabeza tras ver el viernes las calles de París desiertas pero a la vez más llenas que nunca, tomadas por policía, ejército, sanitarios pero, sobre todo, repletas de miedo y horror.
Con nuestra misma sonrisa salieron a la calle aquellos que encontraron su final en manos de unos desalmados que iban a por todas, que iban a por todos, a por inocentes que solo querían disfrutar de una noche más de sus vidas, la última noche para muchos, el comienzo de una nueva vida para otros.
Y por desgracia esa última noche la podemos vivir cualquiera, ninguno estamos libres, y desde el viernes me pregunto una y otra vez por qué y no consigo encontrar respuesta. A esa falta de respuesta le uno el miedo, y sí, tengo miedo, no puedo negar lo evidente, no podemos negarlo, por muy duros que nos hagamos, por muchas pantallas que nos pongamos, por mucho que digamos, todos, y digo todos, tenemos miedo, un horror con fundamento, con base. Podemos ser los abanderados de la lucha, que de hecho tenemos que serlo todos, podemos ser los primeros en la batalla, que de hecho tenemos que serlo, pero todo eso, el estar los primeros apoyando, el tender los primeros la mano, el ser hermanos y cómplices en esta cruenta guerra, todo ello no anula el miedo que tenemos, por suerte nosotros sí somos humanos y tenemos un corazón que nos invita a ser y sentir y entre esos sentimientos y sensaciones se encierra el miedo.
Y otra cosa más que da vueltas en mi cabeza, ¿qué lleva a personas aparentemente normales a hacer eso, a vivir así, a matar así, a morir así? Hablándolo con algunos conocidos todos coinciden en lo mismo, en que esas personas no pueden ser normales, algo tienen que tener, algo debe haber en sus cabezas que les lleva a hacer eso, y yo le sumo, qué le meterán en las cabezas, cómo serán esos viajes a Siria, qué vivirán allí y creo que si sigo no acabo con las preguntas y mucho menos obtengo respuesta.
Pero si en algo he pensado ha sido en las personas, en el horror que vivieron, en como la alegría, las risas, los bailes, los besos y abrazos, las vacaciones se tornaron en negro; como el sonido de guitarras y batería cambió radicalmente el registro al estruendo de balas; como la letra de las canciones se convirtió en gritos de horror y dolor; y como los selfies de una noche entre amigos en la ciudad de la luz pasaron a ser la foto fija de la sangre, de la muerte.
Poco puedo hacer con estas letras, poco podemos hacer con tantas y tantas bellas frases y reflexiones que hemos podido leer en las redes sociales, poco podemos hacer uno, pero muchos sí, podemos luchar, plantar cara, estar al pie de cañón, unirnos en una frente común, poner todas nuestras “armas” para acabar con este sinsentido. Ahora más que nunca debemos demostrar que somos uno, que no somos como ellos y que a pesar de que en esta vida haya cosas que nos separan, hay más que nos une, que hacen de todos uno sin ideología.
Luchemos por los que ya no están, luchemos por los que estamos porque llegará el día que terminemos con los que quieren acabar con nosotros.
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