Nos hemos abonado, o eso parece, pero hasta en la sopa los tenemos, sí, a ellos, a nuestros políticos. Habrá quien esté diciendo que cómo es posible que yo, una apasionada de este mundo, que una y mil veces he dicho que disfruto con la política, pueda ser que esté diciendo esto: hasta en la sopa. Pues sí, soy yo, la mismita que también se cansa, es normal ¿no?
El político es persona, como dirían muchos “persona humana”, por si no queda claro que las personas son humanas, el caso es que como personas cumplen con todos los aspectos y requisitos que tenemos cualquiera de nosotros, pueden ser simpáticos o no, espontáneos o no, cercanos, cariñosos, amables o no, como cualquiera de los que ahora están leyendo estas letras o como yo, somos cada uno de nuestro padre y nuestra madre y tenemos nuestras cosas. Pero claro, el político está expuesto al medio, a que conozcamos todo de ellos y de su entorno y como tal, por esa vida mediática tiene que responder, pero ¿a cualquier precio?
La política parece haberse deshumanizado, solo parece porque no es así, en el momento que la mano del hombre está en medio las cosas son más humanas que nunca, aunque sea la política. Y esa necesidad de conocer la humanidad del político les lleva a la sobreexposición mediática, hemos pasado de conocer su trabajo, de verlos en campaña de una ciudad a otra a conocer qué comen, cuándo, a quién se parecen sus hijos, regañarles en directo, conocer sus aficiones, gustos, etcétera y, por tanto, criticarles ¿qué nos queda?
Entiendo que en los tiempos que corren, en los que la desafección por la política y los políticos alcanza cotas inimaginables, haya que hacer lo habido y por haber por el pueblo, por el votante, en definitiva, y no lo critico, critico las formas. ¿Qué programa les queda por visitar?
Algunas de las nuevas formaciones nacieron en la televisión, sus líderes se paseaban por los platós dándose a conocer, aprovechando el poder de la “caja tonta” para atraer hacia sí a todo aquel que se dejara embaucar por su discurso, acertado o no, eso ya lo dejo para otro momento pero creo que ya me conocen demasiado. El público vio en ellos algo que hasta entonces no había visto, simplemente el participar de la tele, ser parte activa de aquello en lo que no parecían encajar nuestros políticos. ¿Encajan hoy?
Todos parecen ser ya miembros activos de este club de los medios, como profesional del campo me parece maravilloso, como parte implicada, como votante, no tanto; la parte positiva, sin duda, radica en conseguir captar la humanidad de los políticos, en que no por vivir en Moncloa dejas de ser un hombre como otro cualquiera, así estamos conociendo aspectos que de otra manera no se conseguiría y de hecho no se había hecho hasta ahora. La parte negativa está en entrar en la frivolidad, en quizás banalizar, por parte de ciertos políticos o proyectos de políticos, el verdaderos sentido de la política y todo lo que implica, que no es poco.
¿Presencia mediática? Sí, necesaria y obligatoria. ¿Hasta en la sopa? No. ¿Por qué? Porque siempre pagan justos por pecadores y al final el afectado será el que menos culpa tenga, el que más esté haciendo, porque siempre habrá otro u otros más agraciados en los medios y con los medios que sepan llevarse a su terreno a ese votante inmerso en la negatividad y que ve en ellos un chaleco salvavidas, otra cosa es si está pinchado o no.
