Cómo acertar con los regalos de Navidad y otras mierdas

Cuando yo era pequeño las tiendas y los bazares se llenaban de sugerencias horribles para regalar el Día de la Madre. Por ejemplo, aparecían planchas, sartenes y batidoras en las que ponía sorprende a tu madre con estos regalos. Aunque, el que se podría llevar una sorpresa eras tú. Además de encontrarte con una paradoja, tu madre lanzándote la batidora mientras se cagaba en tu madre.

Era una sociedad cutre aquella de los 80 aunque ahora la quieren vender como lo más. Era una sociedad que iba de progre pero en el fondo era una sociedad muy reaccionaria que como consumía muchos porros y jaco tenía una perspectiva muy confundida de lo que verdaderamente era.

El Día de la Madre fue la primera vez que tuve constancia de que regalar puede ser un acto de terrorismo contra alguien. Muchas veces sin querer. La mayor parte de las veces por no dedicarle el tiempo necesario porque se regala para cumplir y punto.

Hay gente que regala la primera mierda que se encuentra. Va a una tienda de recuerdos y coge un marco o una caja de madera o cualquier cosa que inexorablemente acabará en ese dios Cthulhu que es todo trastero de garaje.

Hay otras personas, que en su ego, no entienden que se regala pensando en lo que le gusta a lo otra persona y no a uno. Así te encuentras con gente que es capaz de regalarle una raqueta de tenis a un enfermo de Parkinson porque a él le gusta mucho practicar este deporte.

En los regalos, no nos engañemos, también se ve el aprecio que te tiene el que te regala.

También en muchos casos, conocemos el gusto de la otra persona pero, por eso mismo, no nos atrevemos a regalarle la biografía de Johnny Thunders no vaya a tenerla ya. Y al final le regalas la biografía de Chiquetete que no la tenía pero porque se la suda Chiquetete. Volvemos a errar como la gente esa de Segovia que ha votado de nuevo a Pedro Gómez de la Serna.

Por eso, este año he seguido la nueva moda que es que para no decepcionar a nadie ni que me decepcionen, mis regalos me los hago yo mismo.

Luego, el día señalado, los abro y pongo cara de alegría y sorpresa al ver una primera edición de Extracción de la piedra de la locura de Pizarnik firmado por ella.

El libro lo compré, por internet, en una librería de Buenos Aires para autoregalármelo en estas fechas.

Pero, me da mucho miedo abrir el regalo y que sea un libro de Paulo Coelho. Porque sé que este año me porté muy mal y me merezco un libro de Coelho. Es lo que el autor brasileño llamaría Ley del Karma y yo llamo, déjanos en paz tío plasta y vete con Jodorowsky a comer berza y a rezar a los gladiolos.