Cadáveres Políticos

Los cadáveres políticos son los más difíciles de gestionar. Dicha dificultad nace del engorroso hecho de que dichos cadáveres nunca son conscientes de tal hecho y creen gozar de envidiable salud. Los olores – que pronto inundan despachos y salones – se intentan enmascarar con rapidez o se mira de reojo al primer miembro del grupo contrario que aparezca por el lugar intentando endosarle los efluvios sentidos en la nariz. “Muerto yo... se equivoca. Son los otros”.

Pongamos por caso a Mariano Rajoy y al muy honorable Artur Mas. Por este último incluso acaban de doblar campanas en la última asamblea política de la CUP. Pese a ello se resisten a ser enterrados y se aferran con ahínco de fantasma al sillón.

Los cadáveres políticos molestan, son insufribles y los partidos políticos hacen cabriolas para justificar que sean dirigidos por finados pero como en este país dimitir es un nombre ruso nadie quiere dejar la poltrona... ni muerto. Nunca mejor dicho.

Mariano Rajoy y Artur Mas siempre hablan en nombre del pueblo español o del pueblo catalán, entonan plegarias por la responsabilidad de Estado (cada uno por el suyo, claro) e incluso afirman solemnemente que están prontos al sacrificio por el bien del partido o del país... Pero tras la jaculatoria patriótica, ite missa est y se olvidan del asunto. Deo Gratias.

Jamás se les pasará por la cabeza a Rajoy o Mas dejar paso y descansar en paz. Siempre están hablando del “bien común” pero provocarán elecciones anticipadas e incertidumbre antes que pasar el testigo. Porque no es el bien común, sino el particular, el que les guía. En un país donde la generosidad y la visión de Estado dominasen no existirían cadáveres políticos deambulando por las alfombras. No es nuestro caso.

Escribo estas líneas al poco de anunciarse la decisión de la CUP de no votar a favor del actual inquilino de la Generalitat. Algunos se hacen los sorprendidos y desde varios sectores independentistas catalanes echan pestes contra el partido anticapitalista pero lo cierto es que, antes de las elecciones, durante las elecciones y después de las elecciones, han manifestado por activa y por pasiva que no quieren a Mas, epítome de la corrupción en Cataluña. No se le puede negar coherencia a la Candidatura d’Unitat Popular. Salvo sorpresa, salvo gesto de envergadura por parte de Convergencia, Cataluña se encamina a sus cuartas elecciones en tres años – serían las terceras anticipadas – tras tres meses sin ser capaz el Parlament de elegir President.

Otro tanto puede pasar en las Cortes Españolas con el otro epítome de la corrupción patria que es Mariano Rajoy. Probablemente tampoco pueda formarse gobierno y tras las catalanas también tendremos elecciones al Congreso y el Senado. Vean lo positivo en todo caso: en tiempo electoral nunca se aprueban recortes.