Cuando creas que la vida te está dando un duro golpe, siempre puedes encontrar una alternativa.
Hay días que tu mundo se desmorona y crees no vas a poder salir del desastre. Es, en estas ocasiones, cuando puedes y debes encontrar la fuerza, pasión, la afición, la alternativa que te permita evadirte de preocupaciones que, aunque no van a dejar de estar ahí, siempre que te alejes lo suficiente, conseguirás ver desde otra perspectiva y solucionar. Y si no solucionar, afrontar de otra manera.
En mi caso, he encontrado un espacio personal, momentos que son únicamente míos en un sinfín de lugares y materias: un trabajo que me llenaba, unas clases de baile que renovaron no sólo mi vestuario, quizás también mi manera de expresarme y mi relación con personas de todas las edades; un libro excitante que me lleva a descubrir otros mundos y diferentes formas de pensar; estudiar y aprender, un taller de psicodrama, un deporte, cantar o escuchar música, películas, un viaje, un café, una buena conversación,…
Casi siempre, he empezado a escribir porque estaba mosqueada con el mundo, o con mi pareja, con mis hijos, con la casa, con el trabajo (qué se yo, como me cabreo tantas veces...). La escritura es una alternativa perfecta, puedo contarle todo. Puedo desde la subjetividad al escribirlo, leerlo con objetividad para reflexionarlo. Además si me arrepiento de lo que he contado, borro y aquí no ha pasado nada. Lo malo es que cuando la guardas para volver a ella en otra ocasión, también te da algún que otro disgusto. Por ejemplo: cuando pones contraseñas en tus escritos y después no tienes alma de recordar cuál era la dichosa clave.
No siempre encuentras la alternativa adecuada, pues hay momentos intensos donde ni siquiera puedes concentrarte en la alternativa misma, es decir, estás tan enmarronada que nada puede separarte de tus malos rollos. Es en ésos momentos cuando abordo mi plan “B”: “darme tiempo” (vamos, dormir que mañana será otro día). Desconectar y esperar el tiempo necesario para que las cosas se recoloquen. Creo que el tiempo es algo que no apreciamos lo suficiente. Tiempo para descansar de mí misma. Esto hace que mi propio ritmo se ralentice, que no me estrese pensando que he de hacer esto o aquello AHORA.
¿Y quién no ha decidido en sus horas bajas ordenar algo o limpiar? Porque no hay nada como tirar cosas, o limpiar algo cuando una está destrozada. Llorando por las esquinas que, aunque no se te vaya del todo la pena, dejas la casa como los chorros del oro.
En fin, que alternativas a momentos malos hay miles, como gamas de color. O al menos, mientras buscas tu alternativa adecuada no estás pensando en aquello que te está destrozando.