Hay que retroceder a los convulsos años 20 del pasado siglo para encontrarnos con candidatos a la Presidencia del Gobierno que declinasen serlo. Y ya desde la transición, Mariano Rajoy se ha convertido en el primer político que rechaza “cortésmente” la invitación del Rey. “He declinado el ofrecimiento” nos dijo a los estupefactos ciudadanos. Vamos, que no piensa ni intentarlo. Claro que Mariano, muy gallego, no dice ni sí ni no con contundencia. Lo suyo es un “depende”. Hoy no, mañana ya veremos.
El Rey Felipe VI inicia nueva ronda y no descartemos una tercera, incluso rogativas a los santos para que intercedan y podamos cerrar tan extraña etapa donde ha habido elecciones, hay varios candidatos y sin embargo ninguno de ellos quiere tirar hacia adelante. Más aún, como tampoco hay debate de investidura y nadie fracasa en el mismo, tampoco se inicia el reloj de los dos meses que desembocarían en elecciones anticipadas. En otras palabras, estamos in albis, en el limbo, en el “no sabe/no contesta” aplicado al Gobierno. Y mientras, Rajoy presidiendo en funciones. No descartemos que continúe así los cuatro años o aún eternamente. Siempre en funciones, con la ventaja de que en esa situación no tiene que comparecer ante las Cortes ni presentar Programas.
Pedro Sánchez es el otro candidato que parece estar siendo empujado al discurso de investidura. Si Rajoy no quiere ¿querrá el segundo? Parece que por él sí... pero los demás, incluyendo a algunos de sus partidos, no comparten esa ilusión. Leo en los diarios de la mañana que está dispuesto a gobernar - en solitario - y les pide a los de Pablo Iglesias que no piensen en los sillones. Lo cual es paradójico, porque el líder socialista le pide a un partido - cuyos votos le son imprescindible para alzarse con la nominación - que no piense en unos escaños de ministros que se quiere reservar para sí enteritos. Por lo visto siempre son los otros los que piensan en sillones.
Uno se imagina el pasillo que lleva hasta la tribuna del Congreso – espacio donde se desarrolla el debate de investidura – como el paso entre las rocas Simplégades, conocidas también como Ciáneas, enormes peñascos que no permanecían fijos y entrechocaban entre sí, llevándose por delante los barcos que atravesaban tan peligrosa zona... Según nos relata el mito del viaje de los Argonautas en busca del Vellocino de Oro.
Ninguno quiere naufragar pero es urgente que aparezca un marino dispuesto a llegar a puerto. Es urgente porque hay que levantar un programa social que impida que se sigan desahuciando a las familias, hay que crear empleo estable, hay que recuperar la sanidad pública y derogar las infamantes normas contra la sanidad universal del PP, también hay que suprimir la LOMCE y la Ley de Represión... Queda mucho trabajo y una ciudadanía que mayoritariamente votó por el cambio pide altura de miras a sus representantes, a todos ellos, a quienes optaron por Pedro Sánchez, por Pablo Iglesias o por Alberto Garzón.
Por eso, el autor de este artículo aboga por un gobierno de PSOE, PODEMOS e IU enhebrado en un programa social y de regeneración democrática que afronte la segunda transición en este país. Sin duda es el momento.