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PSICOLOGEANDO

Fran Rivera y los insultos

1 de Febrero | 16:42
El revuelo mediático que se ha montado con la fotografía de Fran Rivera toreando con su hija en brazos merece algún comentario reflexivo. Podemos analizar por un lado su comportamiento y por otro la actitud de las reacciones que ha provocado. Lo que hace el torero son dos cosas bien distintas, torea con su hija en brazos pero además exhibe una fotografía en las redes sociales.

Si hubiera sido Fernando Alonso con su hija en un Ferrari muchas de las críticas que se han hecho serían las mismas. Poner en situación de peligro a una persona tan pequeña es cuestionable, pero encima pavonearse de ello es criticable. Muchos padres y madres hacen cosas con sus hijos que pueden suponer un peligro, y evidentemente lo hacen sin mala intención. Y lo hacen pensando, como decía el torero, que en sus brazos está más segura que en ningún sitio. Esto no es cierto, ya que la mayoría de los accidentes domésticos con menores que se producen en nuestro país suceden con alguno de los padres presentes. El riego es evidente, pero dada la importancia del acto para el padre, es comprensible por parte de mucha gente que tuviera esa actitud. Lo que no es tan comprensible es que enseñara una fotografía orgulloso.

Eso implica, como más tarde corroboran sus palabras, que no era consciente del riego. Y sin armar demasiado revuelo está bien que alguien se lo recuerde. Nos pasamos la vida diciéndole a los niños “cuidado”, y es una buena enseñanza. Y también le decimos a los familiares cuando llevan un niño en brazos en una situación de riego que tengan cuidado. Así que mi mensaje para el torero es ese, ten cuidado si lo haces. Y no te pavonees de algo que implica tener cuidado porque pone en riesgo a un bebé. Un pavoneo que se ha reforzado después con las declaraciones de otros toreros (pocos), de su abogado (que ha dicho que es igual de peligroso que Carolina Bescansa lleve a su bebé al congreso porque puede entrar un guardia civil disparando), y de muchos seguidores taurinos que han aplaudido el gesto.

Y esto no tiene nada que ver con el discurso taurino o antitaurino, que muchos han aprovechado para sacar a la palestra. Ese es otro tema. Si hubiera sido Fernando Alonso en un coche no hubiera salido tanta gente criticando el mundo del motor. Nuestra sociedad está claramente dividida entre quienes están a favor, quienes están en contra y quienes son indiferentes ante el tema, a partes iguales. Si miramos la evolución de la afición a los toros en las últimas décadas vemos que va bajando progresivamente, lo que significa que si todo sigue igual, seguirá bajando. Además la mayoría de la gente que acude a espectáculos taurinos lo hace por costumbre social, no porque realmente le guste tanto. Y las costumbres sociales cambian con el tiempo. Así que si yo fuera antitaurino simplemente me sentaría a esperar. Porque hacer un ataque frontal al mundo del toro es poner a la defensiva a todo un colectivo que tiene su fuerza. No soporto ver, por ejemplo el espectáculo del toro de la Vega, pero tampoco soporto ver a unos energúmenos intentando impedirlo incluso por la fuerza. Utilizar la violencia contra una persona para evitar la violencia contra un animal me parece lamentable. Y es lo que ha sucedido también con las críticas a Fran Rivera, donde han aparecido comentarios de todo tipo, insultos, amenazas e incluso deseos de una muerte lenta y dolorosa.


Pero mientras la población sigue dividida se van a producir muchas situaciones tensas. Hemos sido muy flexibles con la participación y la asistencia a espectáculos taurinos. Sólo en encierros murieron el año pasado doce personas en nuestro país. Podemos ver muchos espectáculos con niños y también con adultos que no parecían estar en condiciones de ponerse delante de un toro. De la misma manera que las autoridades nos han ido llevando progresivamente a fumar menos, a tomar más precauciones al volante, a llevar una vida más sana y a vacunarnos para evitar enfermedades futuras, deben llevarnos también a una sociedad donde se mejore el acceso y participación a este tipo de espectáculos. Como se ha hecho con el tabaco, no se trata tanto de prohibir sino de dificultar algo que es malo para nuestra salud, y especialmente para la salud de los menores.

Es lo que hacemos también con la caza. Siendo un deporte espectáculo afición que practica mucha gente, donde muchos menores esperan impacientes a participar para orgullo de sus padres. Pero no pueden acceder a un arma hasta que tengan una cierta edad. Y parece que todos estamos de acuerdo en eso. Criticaríamos que un padre disparara una escopeta con su niña en brazos y encima pusiera una fotografía en su twitter. Y también criticaríamos que insultaran y amenazaran a ese cazador que sin darse cuenta poner en peligro a su hija.

Debemos recordar que los niños no son una propiedad de sus padres. Y que éstos tienen unas obligaciones con ellos que implican cuidarlos y educarlos. En los valores que quieran, claro, pero sin ponerlos en peligro. Y mucho menos presumiendo de ello. Y también debemos enseñar a los niños a que cuando vean algo que no les guste sepan defender su postura sin insultos ni amenazas. Se llama asertividad.



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