Un día te levantas y decides que a partir de ese momento vas a hacer ejercicio todos los días para cuidar tu salud.
Y vas y te pones una meta: Voy a andar todos los días, al menos, cuatro kilómetros. Te pones tu chándal y los botines, sales dispuesta a comerte los susodichos kilómetros. Y lo mejor de todo es que lo haces.
Una semana saliendo a diario y cuando llevas diez días, ¡Zas! Hoy no puedes porque tienes muchísimas cosas que hacer: trabajas, vas a comprar al súper, arreglas la casa, tienes que estudiar para el examen, recoger o llevar a los niños de alguna actividad, preparar la comida y el largo etc. que todos tenemos a diario.
Al día siguiente otras actividades ocupan tu día y así sucesivamente, hasta que te vuelves a plantear otro de estos días que tienes que empezar a hacer deporte.
Y..., ¿De verdad es tan importante hacer deporte? Bueno, a ver si puedo la próxima semana que esta tengo cosas más importantes que hacer.
Pues como pasa con hacer algún deporte, lo mismo pasa con las dietas saludables, ir a la peluquería a quitarte canas, los pelos que el invierno tapa, ir al cine, leer un libro, algún juego de mesa educativo, ir a un museo, hacer un viaje….
¡Si es que se estresa una nada más que pensar en lo que podría haber hecho y ha dejado de hacer!
Pero vamos, ¡que todo tiene remedio! En cuanto tenga un hueco y me organice… Vuelvo a recorrer los cuatro kilómetros diarios, empiezo a comer saludablemente, me voy a la pelu o compro un tinte de esos baratos, me paso la epilady o si hace falta la cuchilla, voy a ver la una buena película o la alquilo en el videoclub, leo el libro, juego un scrabble y cuando termine, salgo al centro y de paso entro en algún museo.
Y lo del viaje ya lo contamos cuando se resuelva de una manera u otra.
* Que parece verdadero o que es creíble. (Historia contrastada con 50 personas con la intención de no parecer un espécimen digno de estudio)