A veces sobran todas las leyes, incluso las de la lógica
El pensamiento negativo se presenta, a veces, como un impulso de destrucción radical. A cierta edad y en ciertos momentos, llega el pensamiento de destruirlo todo, de hacer un acto de destrucción total. Destruir el mundo con todas sus leyes, desde la ética hasta la lógica, con todo lo que nos contiene y nos sujeta.
Lo más radical de una rebelión, de una revolución, es quizás, el intento mental de que no queden vivas ni las leyes de la materia, la lógica, ni las leyes de la ciencia, ni las de la moral o la ética.
Este pensamiento, es un impulso de anarquía total, como una tentación diabólica, de destruir de raíz toda ley, toda atadura real o aparente.
Quizás, en el inconsciente tengamos todos, en algún momento, un impulso de liberación total de cualquier atadura, de cualquier ley. Como aquella actitud del diablo que dice a Dios: “Non serviam”. No te sirvo, no obedeceré.
Los “anti – sistema”, se quedan cortos en su rechazo a lo establecido. El mismo Nietzsche, rechaza las leyes del lenguaje que le condicionan y le llevan a aceptar un Dios en el que él no cree y se enfrenta con la gramática como si fuera una prostituta.
¿Se puede vivir sin lógica, sin ética, sin leyes? Vivir en una sociedad humana, sería imposible. La lógica es como el “egoísmo”, la echa por la puerta y se mete por la ventana ¿Está Dios sometido a la lógica? Aquí ya se rompen nuestros esquemas ¿Libre absoluto? Nuestra lógica no parece la suya. El Dios, supuesto, no estaría sujeto a nuestras reglas, que nacen de la coherencia y de la relación de unas cosas con otras, elevadas a reglas fijas.
La ciencia intenta ir conquistando parcelas de libertad y dominio al absoluto. Absoluta libertad, dominio total de la realidad. Más allá del tiempo y del espacio, más rápido que la luz, la capacidad de todo, y por encima de todo, como pequeños absolutos.
No está mal pensar con radicalidad, llegar al fondo de los problemas, pues ayuda a situar a veces, los pequeños enredos mentales que nos parecen problemas tan graves. Podemos disparar nuestra fantasía y nadar en la nada. Cuando volvamos al mundo real, tendremos más claras algunas cosas. Entre otras, que las leyes no siempre son opresoras, sino el cinturón de seguridad para no estrellarnos.