Pan y circo, es una expresión que describía la afición que el Gobierno del Imperio Romano tenía por manejar al pueblo y, para ello, no escatimaba en proporcionar a las masas pan y circo, o lo que es lo mismo, comida y entretenimiento. Todo ello, con el propósito de evitar que se fijaran en los desmanes que perpetraba la poderosa oligarquía, o en el posible saqueo a “lo público” que servía para llenar sus personales talegas.
Cuando han pasado más de dos milenios, podemos afirmar que esta popular locución aun sigue en vigor y, a lo que antes llamaban pan, ahora llamamos “estado de bienestar” que cada vez es más escaso, más insolidario y más desigual. En cuanto al circo, está representado por todo un nutrido grupo de medios de comunicación, que en muchos casos están al servicio de algún poder, la prensa, la radio, las redes sociales de internet y la estrella mediática, la televisión.
Con esto no quiero afirmar que todos los medios estén manipulados, pero existe un porcentaje muy alto y, normalmente, suelen ser los que cuentan con mayores recursos. El afán del poder por manipular, lleva a los medios a dar informaciones sesgadas, dictadas, parciales… A veces, no necesariamente actúa directamente el poder, si no que el propio medio ve la noticia con el filtro del ideario político de turno, son medios entregados a la causa independentista, capitalista, izquierdista o institucional.
Muchas veces, el grado de imparcialidad de una noticia se puede medir dependiendo de la fuente de donde provenga. De todos es sabido, cual es el filtro político que aplican medios como el País, el Mundo, el ABC, El Diario Público, etc… Cuando más se pone de manifiesto el uso partidista de la información, es durante las encuestas pre-electorales. Cualquier persona, con un mínimo de preparación política puede discernir, según los resultados de qué medio procede; o el caso inverso, según el medio, los resultados que van a publicar.
El colmo de la manipulación, consiste en tratar de cambiar la historia para adecuarla a nuestra conveniencia. Ejemplos ha habido siempre, ya que es muy difícil ver los hechos históricos de forma objetiva, y siempre ha existido un interés en que ciertas cosas no se supieran o modificar algunos sucesos con el fin de encajarlos en una forma de pensar determinada. Las clases de historia en el entorno nacionalista, han dicho barbaridades, como que Cristóbal Colón era catalán, o que la guerra de Sucesión de 1701 era una guerra independentista, de los llamados Paisos Catalans. Y las clases de historia sobre la Guerra Civil Española del 1936, sólo se conoce la versión desde el punto de vista de uno de los bandos.
Hace tiempo que aprendí a desconfiar de las películas de vaqueros contra indios, básicamente, porque veo demasiado intervenido el guión, cuando me señalan con tanta claridad quienes son “los buenos” y quienes son “Los malos”.
Actualmente, la manipulación del pensamiento tiene medios más sutiles que el pan y el circo, pero al final, viene a ser lo mismo. La propaganda masiva, la reiteración de la noticia en función del partido que sea, en positivo o en negativo, el castigo del telediario, y todo un intento manifiesto, no de dar la verdad sino la opinión del medio o de los que pagan.