Juicio a una bruja

“¿Escuchó usted referencia a la virginidad de María?” fue una de las preguntas formuladas contra la acusada, Rita Maestre, por la fiscal de la Corona. Estamos en el siglo XXI.

Aunque por el tono, por el contenido y por las miradas de odio y agresividad, bien podríamos pensar que el juicio se celebraba en el siglo XV. Suerte tendrá la actual portavoz del gobierno madrileño si solamente la condenan a un año de prisión por el delito de blasfemia – sí, en el año 2016 seguimos llevando ante el juez a personas por blasfemar, como cuando la Santísima Inquisición operaba a pleno rendimiento por estos lares – y no tiene que afrontar un paseo en burro con el llamado sanbenito hasta la Plaza del Sol. Más civilizados, el antiguo auto de fe se ha convertido hoy en la pena de telediario. En todo caso se cumple el mismo objetivo: exorcizar a una bruja ante el público expectante.

Porque lo que la pasada semana se celebró en los juzgados de Madrid fue el juicio a una bruja. A Rita Maestre, una feminista que tuvo el atrevimiento de reivindicar que en la Universidad Pública y laica no tiene que haber capillas confesionales que se pagan con las matrículas de todos los estudiantes, por exigir el derecho constitucional a la separación de Iglesia y Estado, por recordar que la enseñanza debe ser libre y científica, no sometida a los dogmas confesionales. Y lo hizo enseñando el sostén, crimen aberrante para los meapilas de nuestro país, empezando por el Ministro de Interior, de comunión diaria y ángel de la guarda llamado Bernardo, con el que habla de vez en cuando; más aún, Bernardo incluso le aparca el coche...

El crimen de la bruja Rita Maestre sucedió hace cinco años. Entonces era estudiante y Podemos no había nacido. Ha sido obtener una responsabilidad pública y desempolvarse rápidamente antiguas faltas para ver si es posible hacer un escarmiento que recuerde a estos niños del cambio que aquí, desde la muerte del Generalísimo, todo está atado y bien atado. Si Rita Maestre no hubiera sido concejal de Ahora Madrid sencillamente no habría tenido que responder a las inquisidoras – perdón, inquisitivas – preguntas de la Fiscal. Ni ella ni su otro compañero de banquillo, también militante del mismo partido. Más aún, de la quincena de jóvenes que participaron en el aquelarre universitario, solo han sido llamados ante la justicia terrena los dos que poseían carnet.

Y es que el juicio a la bruja es también un juicio político. No lo duden.

Meter miedo en el cuerpo es el objetivo final. Amedrentar a las personas y levantar cortinas de humo que nos hagan desviar la mirada de los múltiples casos de corrupción que afectan al partido del señor Ministro de Interior y su ángel aparcacoches. Blasfemia y enaltecimiento al terrorismo están siendo los delitos predilectos enarbolados por la derecha de este país para hacer olvidar sus desmanes. Cristo fue crucificado entre dos ladrones. En el siglo XXI los hijos de aquellos ladrones – auténtica legión – levantan las piras de la hoguera mediática para ocultar qué cosas ocurren en la Cueva de Génova.