El Sol aparece y desaparece, el cielo se oscurece, más parece ennegrecer, cubrirse como con una tela negra y esos rayos que todos creíamos hoy saldrían para hacernos más dulces y llevaderos los primeros días de la primavera, esos haces se han escondido y no quieren salir; parece que el tiempo sabe lo que está pasando a kilómetros de aquí.
Hoy creíamos que iba a ser un día de tregua en medio de una Semana Santa pasada por agua, pero por agua está pasando el día, por agua salada de las lágrimas de todas esas personas que ahora mismo están sufriendo; relámpagos y truenos de los llantos de quienes hoy están viviendo el horror, de quienes no encuentran consuelo y se rompen una y otra vez por esas vidas que hoy se han visto truncadas.
Imagen tras imagen, flashes que vuelven a la retina una y otra vez de aquellas personas que hoy comenzaban sus vacaciones, esperaban a algún familiar, deseaban llegar a su destino para descansar, corrían apresurados al trabajo y hoy se ha instalado en su cerebro la imagen del horror, fuego, humo, escombros, pero lo que nunca se olvidará es la sangre de aquellos que estaban esperando lo mismo que los demás que paseaban por la terminal esperando su turno, su turno para viajar, pero a un viaje con retorno, no un destino con solo billete de vuelta que ha tocado cual lotería perdida por la calle y que nadie querría encontrar en su camino.
“No estábamos preparados”, “la gente estaba en estado de shock”, “todo el edificio ha temblado”, “creíamos que era un accidente”, “me he quedado en los baños para protegerme. He salido 15 minutos más tarde, había sangre por todas partes”, “había confusión”,… Confusión, ésa es la palabra, poco después de las ocho de la mañana el caos y la confusión, el miedo y el horror, el dolor, la vida y la muerte, todo se ha apoderado del mundo, Bruselas se ha convertido en el mundo, el mundo en Bruselas y todos gritamos en silencio ante lo que no podemos dar respuesta porque ¿quién tiene respuesta ante esto?
¿Quién es nadie para hacer esto? ¿Quiénes son esos que corren con la guadaña decidiendo quien vive y quien muere? ¿Qué tienen en el corazón? ¿Qué esconden en esas cabezas? ¿Qué les pasa por la cabeza los instantes previos? ¿Qué les lleva a esto? Pero ¿qué se creen que son para tomar vidas a su antojo y cortarlas de raíz como si fueran marionetas que mueven a su antojo tirando de los hilos que retuerces alrededor de su cuello hasta ver como exhalan su último aliento?
Hoy ha sido Bruselas, ya lo fueron París, Londres, Madrid, Nueva York,… ¿y ahora qué? ¿Y ahora quién? ¿Y por qué? Eterna pregunta sin respuesta ésta última, ojalá las otras dos cuestiones no tuvieran nunca, nunca respuesta porque por fin la guerra abríamos ganado, habrían terminado las batallas y podríamos levantarnos victoriosos recordando a quienes sus vidas han perdido pero que desde el cielo cuidarán de todos y llorarán con lágrimas de alegría celebrando la victoria, nuestra victoria y entonces el cielo resplandecerá eternamente.