Votar con conocimiento de causa

Nos hemos acostumbrado tanto en estos años a convivir con partidos políticos y Presidentes de Gobierno que incumplen sus promesas electorales que ya poca importancia le damos a la constatación de una nueva mentira. Y no deberíamos. Craso error.

Un Programa Electoral es el contrato entre unos representantes y sus electores. Si dicho contrato no se cumple los ciudadanos deberíamos protestar con todas nuestras energías y fuerzas. ¿Se imaginan ustedes contratar un proyecto o comprar un producto firmando todas sus cláusulas y descubrir al día siguiente que les han estafado? ¿Se quedarían ustedes sentados tranquilamente diciendo “bah, otro engaño más”?

Un Programa Electoral es el contrato que firmamos los votantes con nuestros votados y no solo debemos reclamar su estricto cumplimiento, sino que antes de las elecciones tenemos derecho a que se nos diga con pelos y señales qué se piensa hacer, cómo y con qué recursos.

Por eso, la indolencia de que hacemos gala cobra especial dimensión trágica cuando descubrimos que ya no se trata de una mentira más, sino de una mentira que se anuncia por adelantado y que tal vez aceptemos sin mayor cuestionamiento. Les cuento: mientras cada día el Presidente más recortador de nuestra historia, el señor Rajoy – el segundo fue el Zapatero del año 2010 – nos anuncia en los medios de comunicación por la tarde que se acabaron las tijeras y que su senda va a ser la disminución de impuestos (a quién y cómo, claro, ni se especifica), por la mañana al día siguiente un periódico filtra la carta que ese mismo Presidente, señor Rajoy, ha dirigido al Presidente de la Comisión Europea anunciándole que a mediados de año, pasadas las elecciones, implantarán su nuevo programa de ajustes y eliminación de gasto social. Vamos, le ha faltado decirle al señor Juncker que, “una vez voten los ilusos de mis votantes se acabó la fiesta”.

Una mentira más que conocemos por anticipado. La capacidad de engañar al respetable en este país adquiere tintes berlanguianos.

Pero claro, en nuestra mano está. Tenemos los dirigentes que votamos – Julio Anguita diría “que nos merecemos” -. Y sin embargo yo creo que un terremoto ha recorrido el país y cada día estamos más inmunizados contra ciertas formas de la política más hipócrita.

De manera excepcional volvemos a las urnas. Es una oportunidad de oro, sin duda. Voten ustedes con conciencia y conocimiento de causa. Voten ustedes pero reclamando que al día siguiente debe hacerse honor a la palabra dada. Voten ustedes exigiendo previamente toda la información. Votar libremente es votar con el mínimo posible de incertidumbres porque una elección no debería ser ninguna ruleta rusa.