Creo que me toca volver a escribir sobre mi tema estrella, el cubo, habrá quien diga que soy una pesada, que ya pare y mil cosas más, pero como yo para ciertos “mandaos” soy un poco mala pues voy a hacer lo que me da la gana, lo que me pide el cuerpo, escribir.
Quizás digan que soy una exagerada pero cuando he visto determinadas imágenes y he leído ciertos comentarios se me han puesto los pelos de punta, es más, con algunas fotos se me ha escapado alguna lágrima, sí, soy sentimental, alguno dirá que demasiado, pero cuando has vivido los mejores años de tu juventud en un lugar, continúas allí pero ya como profesional, enseñas a las generaciones que vienen detrás, has luchado por ese lugar como no está escrito y ves esto…
El traslado ya está, mejor dicho el desalojo, los camiones de mudanzas se han ido llevando los enseres de las plantas en cuestión, los profesores han ido recogiendo sus despachos, en la biblioteca han hecho lo oportuno y ¿todo para qué? Para lo que se estaba viendo venir.
Me enfada, me mosquea, me frustra sobremanera, vamos que me sienta mal, mal, mal. En su día aquellos estudiantes de segundo de carrera, mira que ha llovido desde entonces, luchamos por lo nuestro, por nuestra casa, por nuestro día a día, hicimos de todo, algo parece que conseguimos, quedarnos, eso sí, con todo.
Y ésa ha sido mi eterna disputa con los actuales alumnos, que al final ha terminado en lo que les dije hace mucho tiempo: os mandarán a otro sitio, os tendréis que ir de aquí, no terminaréis el curso como tiene que ser aquí, pero claro, como os han prometido…
De promesas podíamos vivir cuando éramos chicos, pero ya no, aunque siempre haya quien parece que se conforma con cualquier cosa. No por esto estoy atacando a quienes han seguido nuestro mismo camino, pero creo, sinceramente, que se podía haber hecho más, ¿qué?
Pero estás letras no son reproches, estas letras son sentimientos, el de los que hemos pasado por allí y el de los que ahora están allí, un sentimiento de vacío, de faltarnos algo, de sentirnos un cero a la izquierda, un cúmulo de malos sentimientos.
Dicen que en septiembre los alumnos podrán volver, dicen, porque se han dicho tantas cosas, por lo pronto el curso no se puede terminar en la facultad, al final los profesores a un sitio, los alumnos de los últimos exámenes a otros, y carretera de por medio, ¿ésa fue la promesa?
Veremos a ver qué pasa el uno de septiembre, veremos, pero desde luego lo que sí hemos visto que hay quien se está saliendo con la suya, hay quien ha provocado un daño a la ciudad y estará más feliz que una perdiz, ¿todo vale?
Contad conmigo compañeros para seguir dando los tirones de orejas oportunos, para levantar dolores de cabeza, para recordar lo del uno de septiembre, aquí tenéis a una luchadora por su cubo.