Parece mentira pero poco a poco la insensibilidad se va asentando entre nosotros, se va convirtiendo en un amigo más, en un compañero de batalla, nunca mejor dicho, en ese elemento inseparable que no quisiéramos tener ninguno. La insensibilidad está haciendo personas sin escrúpulos que convierten sus vidas en un sinsentido que quieren transmitir a los demás.
El terrorismo se ha convertido en la mayor de las lacras que nos ha tocado vivir en esta sociedad. Desde que tengo uso de razón he escuchado la palabra bomba, masacre, terrorista, víctima,...una y otro vez y siempre he tenido la misma reacción, los pelos de punta, hoy me sigue pasando y sé que me seguirá ocurriendo. ¿Será para todos igual?
El problema radica en cuando el escuchar una y otra vez la palabra asesinato, muerte y similares nos hacemos tal caparazón que decimos: “qué pena”, pero al instante se nos ha olvidado. Al fin y al cabo el mundo en el que vivimos tiende a crear personas así, ¿por qué?
No logro entender el porqué de esta cruenta guerra que se ha convertido en una compañera más en nuestras vidas, en una pesada mochila que nunca sabremos por dónde nos va a salir, porque de esta antipática y mala compañía ninguno estamos libres.
Matar por matar, sesgar vidas sin más, romper sueños, acabar con familias, matar, matar, matar. Debe ser el mantra que se repiten en sus cabezas aquellos que se inmolan en nombre del que seguro llora por las víctimas, llora por no comprender el porqué de esa sinrazón en la que han convertido sus preceptos, su religión.
Todos somos objetivo, tenemos algo que nos hace vulnerables ante ellos, algo que algún día, ojalá no sea así, se convertirá en la diana a la que ellos apunten. ¿Y qué es ese algo? El simple hecho de no ser como ellos, de no ser ellos, de pensar diferente a ellos, de no sentir lo que sienten ellos, todo eso nos pone un punto rojo en la frente para el que tienen un radar.
Esperemos que esa insensibilidad que esos portan en sus metralletas, en sus granadas, en los cinturones de explosivos no sea el germen de esta sociedad que tan acostumbrada ya a ver sangre cada mediodía vea en cada víctima un número más de una larga lista que algún día cualquiera de nosotros puede pasar a engrosar.