No sé si es políticamente correcto decir que sus señorías son brutos, seguro que no, pero es que cada vez que los veo abriendo informativos, escucho sus voces en radio u ojeo la prensa, es lo que digo, no se me pasa otra cosa por la cabeza, bueno alguna que otra sí pero todas por el mismo camino: quién será el primero en dar su brazo a torcer; a ver cuándo todos, todos, se sientan y no se levantan hasta solucionar algo; pero en quién están pensando; ¡qué se creen!, etc. A eso hay que sumar el tono con el que lo digo y ciertas expresiones que se me escapan, ésas no las voy a reproducir.
En todo momento he creído en ellos, en nuestros políticos, en nuestros representantes, hasta en los que menos me gustan, más dolor de cabeza me levantan y más urticaria me provocan. Si están ahí es porque en cierto modo, todos, voy a decir todos, tienen cierto nivel de “amueblamiento” en la cabeza pero…por lo que se ve no. Me enervo, me enciendo, saltan chispas, es que ¡no puedo más! ¡NO!
Creo que ha quedado más que confirmada mi pasión por la política que puede llegar a volverse en locura para quienes tengo a mi lado, pero mayor locura que la que estamos viviendo no creo que sea la mía. Locura enfermiza podría denominarse, un bucle sin sentido en el que los cuatro se han metido, eso sí, algunos más que otros están en el fondo y no se mueven ni “mandaos”. Sigo sin entender esa cerrazón, esa mentalidad del yo, yo y yo, pero nada de ego, no, sino “yoísmo”, cada uno de ellos y sus ismos, que también le pertenecen.
Tras las elecciones del 20D empezamos a escuchar lo de segundas elecciones pero viéndolo muy lejos, ahora, tras el 26J volvemos a escuchar lo de terceras elecciones y ¿saben qué? No las veo tan lejos, espero y no sea así, es más, sé que no va a ser así, pero es que se ha convertido en una frase que retumba en las bocas de nuestros políticos y me da tanta vergüenza, tanta pena, que creo que lo de volver a las urnas lo tienen ahí como un comodín nada cómodo, por cierto.
Y me quejo, sí, porque igual que considero una obligación votar, quejarme forma parte de ello, pero no una queja barata, desproporcionada y sin sentido, sino todo lo contrario, la queja de un porcentaje muy elevado de españoles que ve como su papeleta entró en urna como si lo hubiera hecho en un contenedor de reciclaje. Solo veo a cuatro hombre luchando por ser el primero, pensando en ellos mismos y sin mirar a su alrededor. Estoy harta de escuchar la palabra no, a tres en concreto les ha dado por decir esa palabra, parece que no conocen otro, no a pactar, no a la abstención, no a apoyar a los ganadores, no, no, no, ¡qué cansinos! ¿Y si fuéramos nosotros los que les dijéramos no?
Alguno se sentirá identificado con mis palabras, otros añadirán cosas, los habrá quienes quiten, luego estarán los que se mosqueen por lo escrito, pero lo siento, es mi sentimiento, y si lo digo yo una joven que disfruta con la política, que la entiende, que le encanta enseñarla, ¿qué sentirán los demás?
Señorías, los españoles hemos hablado, los resultado están ahí, del 20D al 26J las cosas han cambiado, a ver quién dice lo contrario, ahora les toca a ustedes, cambien, den su brazo a torcer, enciérrense en una habitación y no salgan hasta que no tengan una solución, la más apropiada para todos, no solo para ustedes porque somos más el todo que tres o cuatro. ¡No me sean tan brutitos!
