Que no te falte un pimiento ni un clavel. Tu pelo engominado y tus gemelos bien abrochados, a ti que no te falte de na'; pero el buzón lleno de avisos de corte de luz y de gas.
Somos así. Mantener las apariencias antes que nada, que no se note que no puedes salir a comer y a disfrutar; que nadie hable 'malamente' de nosotros; que nadie diga que no tienes un duro. Porque como todo el mundo sabe, el dinero es sinónimo de calidad personal. Que no se note que estamos tiesos, hombre; y brinda, 'compare', que cimbréen los catavinos al chocar. Que no se note que eres un tieso.
Se acerca una época festiva: ferias, verbenas, vacaciones... en resumen: tiempo de gastar. En ésto nos hemos convertido, en personas definidas por su manera de gastar, o de estar en sitios y que te vean. De mantener el estatus de cara a la galería aunque haya que comer puchero un mes. En criaturas, ya no consumistas, sino virtualmente, etéreamente, adineradas.
¿No es más valiente reconocer que no puedes? ¿No es más valiente hacer frente a tus pagos y quedar como un señor de verdad? No como un señor de chichinabo, que al final todo se sabe.
Hace tiempo hablé con un chino. Estábamos tomando una cerveza juntos y se le soltó un poco la lengua criticando a los españoles. Me explicó su filosofía de trabajo, y ni que decir tiene que me entró urticaria de la grave. También me explicó nuestra filosofía de la deuda: “Un español, si cobra cinco, tres son para él y el resto para pagar, aunque no llegue. Los chinos primero pagamos, y lo que quede para vivir”. No quiero generalizar, pero sabemos de sobra que en la mayoría de los casos es así. En nuestra, llámadlo naturaleza, personalidad o cultura, va intrínseco esa manera de vivir la vida. Primero la devoción y luego la obligación. De nuevo os digo que no es así en todos los casos. Hay mucha gente honrada y trabajadora que cumple; pero ¿sabéis lo que se le dice cuando se le derrumban los planes a pesar de actuar de manera correcta?: “Es que eres tonto, tendrías que haber disfrutado más”, ¿o no?
Al margen de que saldes tus adeudos o no, siempre nos queda el caso del que ni siquiera tiene para pagar, y tampoco para gastar. Pero el polito Lacoste, desteñido y casi por el ombligo, que no le falte a los niños. Dios les libre de pisar un Primark. Y el Mercedes de hace 15 años con más ruidos que una pelea de vacas. No se puede dar otra imagen, a pesar de que salta a la vista que eres un tieso. Un muerto de hambre con ínfulas. Despierta y adáptate. A lo mejor en algún momento te fue bien, pero querer mantener cierto nivel de vida te va a matar. Y aunque esto parezca personal, no hablo a nadie concreto, sólo hay que asomarse a la calle y verlo.
Por suerte casi todos tenemos donde caernos muertos, para eso se inventaron los seguros de decesos. Aunque el ditero ya no se pasa por casa, pudiendo comprobar que huele a caldo de gallina todos los meses.
Se les nota en las caras, en los andares y en la actitud. En la Feria se ven a puñados. Gente con trajes y zapatos de 300 Euros, gente que se ha desenfundado el mono de trabajo hace pocas horas. Gente con un sueldo más que escaso que pasea orgulloso de ser un señorito. “Que se vea, que en mi casa nos sobra”. Y que todo el mundo tiene el derecho a gastarse el dinero en lo que quiera, y que a lo mejor es su pasión y no gasta nada más en todo el año; pero el patetismo no se lo quita nadie. El lunes la misma ropa, y el martes, miércoles, jueves... como en aquel capítulo de Los Simpsons en que Marge va retocando el vestido de Channel para ir al club de campo.
Todo muy nuestro.
