ORGULLO. Manual para heteros

¿Por qué no hay un día del Orgullo Hetero? Porque a ti no te van a pegar una paliza si te ven paseando por la calle junto a tu novia, gilipollas.

Sí, reconozco que el final es algo abrupto pero, con la edad y estos calores, la paciencia se va agotando.

Siempre es lo mismo: personas que jamás han sido discriminadas por su orientación sexual, que nunca han tenido que ocultarla, que no deben ver en google si el país al que van a ir de vacaciones encarcela o ejecuta a heteros, que no sienten el insulto siempre temblando en el filo de la lengua de un heterófobo (entre otras cosas porque los tales no existen) son incapaces de comprender que gais, lesbianas, trans o bi queramos celebrar un día al año el Orgullo por nuestras luchas y la progresiva conquista de derechos. Hace cuarenta años en este país éramos perseguidos. Hace tan solo cuarenta años, no lo olvides.

El Orgullo es reivindicación, es memoria colectiva, es afirmación de identidad y visibilidad. A partir de aquí, unas pequeñas aclaraciones que, amigo hetero, te vendrán bien:

No lo llames Orgullo “gay” porque celebramos la diversidad. Toda la diversidad: nos negamos a invisibilizar a lesbianas, bi, trans o intersexuales. Por eso siempre decimos Orgullo LGBTI u Orgullo a secas.

El Orgullo conmemora un 28 de junio, de 1968, cuando en el bar Stonewall de Nueva York se produjo una nueva redada policial contra las personas lgbt que allí celebraban un homenaje a Judy Garland; solo que esta vez decidieron responder, dar la cara. Reclamaron dignidad. El Orgullo de ser y el derecho a existir. Aquellos disturbios revelaron al mundo que existía una comunidad que reclamaba el fin de la discriminación por orientación sexual.

Over the Rainbow interpretada por la diosa Judy Garland ES LA CANCIÓN. Enorme. ¡Tenía que decirlo! Además, es mi prueba de algodón: Over the Rainbow sonando en un bar te dirá de inmediato con quién puedes intentar ligar esa noche.

Los bares, las saunas, algunos barrios llamados “de ambiente” han sido nuestro refugio y espacio de seguridad durante muchos años. Donde poder expresarnos libremente, enseñar pluma y tener más de un 10% de posibilidad de encontrar a otro gay, lesbiana, bi o trans. Son un lugar donde nos sentimos cómodos, pero no queremos que sean unos guetos donde quedarnos encerrados.

Una persona LGBT no tiene privilegios. Poder casarse, amar a otra persona, tener hijos, un trabajo donde no te discriminen o pasear sin miedo a una agresión no es ningún privilegio. Son derechos que tú disfrutas todos los días y nunca te los has cuestionado porque sencillamente nunca te los han negado. Privilegio es, por ejemplo, no pagar el IBI porque eres una religión o ahorrarte impuestos porque tributas en una Sicav.

Hay más de 70 países donde nuestra orientación sexual está prohibida. En una docena somos castigados con la muerte. Pese a que España es uno de los países con mayor tolerancia, también aquí sufrimos agresiones homófobas: son una minoría, pero es una minoría rabiosa porque son personas que odian a todos los que no son como ellos.

La homosexualidad es tan natural como respirar el aire. En bastantes especies animales también se da, no solo entre esos primates superiores llamados “homo sapiens”. Claro que, lo natural y lo artificial es una frontera muy difusa. A fin de cuenta, lo natural es ir desnudos. Cada vez que nos ponemos un pantalón para salir de casa, estamos reproduciendo un hábito cultural inculcado, por tanto, artificial.

Con esta guía, seguro que podrás hacer algún comentario útil e instructivo en alguna cena social donde el cuñado de turno se pregunte “¿por qué no existe un día del Orgullo hetero?”