Los alérgicos al polen en el suroeste peninsular tendrán una primavera intensa
22 de Marzo | 11:50
Redacción
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Ocho millones de personas son alérgicas al polen
En el suroeste peninsular los pólenes más frecuentes son los de gramíneas y olivo
Por efecto de la contaminación y el cambio climático se produce una mayor cantidad de polen, aumenta su agresividad y se incrementa el tiempo de exposición al mismo
Según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) las enfermedades alérgicas por pólenes afectan en nuestro país a más de ocho millones de personas, siete de los cuales son alérgicos a gramíneas seguidos en orden decreciente por alergia al olivo, arizónica, plátano de sombra, salsola y parietaria.
“Este año la previsión para Andalucía y Extremadura dibuja una primavera muy distinta en función de la zona. Los alérgicos a pólenes de gramíneas en Extremadura se enfrentarán a una primavera intensa, oscilando entre los 6.056 granos por metro cúbico de aire de Cáceres y los 6.996 granos de Badajoz”, revela el doctor Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la SEAIC. “En Andalucía, variará de muy leve en Almería con 635 granos/m3 a moderada en Sevilla con 4.656 granos por metro cúbico”.
Las concentraciones de pólenes en la atmósfera están directamente relacionadas con la lluvia, la temperatura, la humedad y el viento. Aunque el invierno ha sido bastante seco, las lluvias del otoño pasado, un 20% por encima de la media, han favorecido el crecimiento de todas las especies vegetales. De la misma forma, las oscilaciones térmicas y las temperaturas máximas muy superiores a lo normal en esta época contribuyen y adelantan la floración.
“Todas las plantas se reproducen por pólenes, pero por suerte no todos dan problemas alérgicos, comenta el especialista. En el sur peninsular los pólenes más frecuentes son los de gramíneas y olivo”, comenta el especialista.
Más polen de cupresáceas y menos de gramíneas
“La familia de las cupresáceas, entre las que se encuentran los cipreses y las arizónicas, liberan sus pólenes de enero a marzo y se han beneficiado notablemente de las circunstancias anteriores presentando valores mucho más altos en toda España”, explica el doctor Moral. “Además, la ausencia de lluvia no ha limpiado la atmósfera de pólenes y los fuertes vientos han ayudado a su diseminación”.
Los datos revelan que algunas ciudades como Cuenca, Toledo, Ávila, Burgos, Segovia, Palencia, Cáceres y Badajoz han multiplicado entre 5 y 10 veces los niveles de polen de cupresáceas acumulados con respecto a 2018. “Los pacientes alérgicos a cupresáceas presentan síntomas con niveles superiores a 135 granos/m3 por día y este invierno, ciudades como Talavera de la Reina ha recogido 6.153 granos/m3 y Guadalajara 4.992. Toledo y Madrid han batido récord de niveles acumulados en los últimos 25 años”, detalla el alergólogo. También se ha adelantado la floración del plátano de sombra y, en el caso de que no haya lluvias en los próximos días, pueden registrarse niveles muy elevados como ha ocurrido con las cupresáceas”.
Con respecto a las previsiones para los pólenes de gramíneas, la ausencia de lluvia en el invierno y de continuar así en el próximo mes, serán muy favorables en general en toda España. Al contrario de lo que ocurre con cipreses y plátanos de sombra, el crecimiento de las gramíneas está muy ligado a la lluvia.
En esta misma línea, el doctor Moral detalla que en los últimos diez años se ha duplicado el porcentaje de alérgicos a los pólenes más alergénicos.“Las gramíneas han pasado del 35% al 74%, la arizónica del 9% al 23%, el plátano de sombra y la salsola del 7% al 14% y el olivo del 30% al 52%. La causa parece hallarse en el efecto de la contaminación y el cambio climático sobre los pólenes”.
El efecto propulsor de la contaminación
La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y de los motores diésel altera la estructura del polen haciendo que este genere proteínas de estrés como mecanismo de defensa y aumentando su capacidad de inducir una respuesta alérgica en personas susceptibles. “Estas proteínas de estrés incrementan la agresividad del polen en las ciudades y en poblaciones que viven cerca de autopistas en comparación con los pólenes de zonas rurales sin contaminación. Por este motivo, en las ciudades se producen más casos de alergia a pesar de que la concentración de pólenes sea menor que en el campo. Los altos niveles de contaminación de las ciudades favorecen el fenómeno de inversión térmica que impide a los pólenes abandonar la atmósfera e incrementa el tiempo de exposición a ellos”, explica el alergólogo.
El cambio climático está alterando los ciclos de polinización de las plantas. Adelantan el inicio y retrasan el final de su período de floración, con lo que se amplía la duración del período de polinización, y, por lo tanto, hay una mayor exposición de la población a los pólenes.
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