El último Pleno ordinario del Parlamento de Extremadura en esta legislatura, queda otro que será el pleno ‘escoba’, pasará a la historia por muchas cosas.
Por orden de aparición en las actas de la sesión, por haberse celebrado por vez primera el debate de evaluación de la gestión del Gobierno durante la legislatura. También porque el presidente de la Cámara ha sido inusualmente condescendiente con las señorías que excedían en el tiempo asignado. Vara se había pasado en casi ocho minutos cuando fue advertido por Manzano. El presidente igualmente fue indulgente con las muestras de alegría y los murmullos protagonizados por las personas presentes en la tribuna de invitados, muy poblada en esta ocasión.
Más importancia histórica puede tener la aprobación, y por unanimidad, de las propuestas de Ley de Regulación del Estatuto de Capitalidad de la Ciudad de Mérida y, sobre todo, de la Ley de Igualdad Social de Lesbianas, Gais, Bisexuales, Trangéneros e Intersexuales, además de la Ley de la Función Pública, la que le otorga rango de autoridad a los profesionales sanitarios del sistema público de salud, la ley de las profesiones del deporte y la de protección medioambiental. No es fácil encontrar ni en Extremadura ni fuera de la región un Pleno en el que se aprueben seis leyes de una tacada, algunas destacadísimas, y cinco de ellas por unanimidad.
Además, seguramente este es el pleno ordinario no monográfico más largo de los celebrados hasta ahora por el Parlamento de Extremadura. Comenzó unos minutos después de las 9 de la mañana, se prolongó hasta las 10 de la noche y continuará el viernes, con el debate de dos propuestas de impulso y otras dos de pronunciamiento.
Y todo ello sin parar ni para comer. Sólo ha habido dos pausas de cinco minutos cada una, a petición de Monago y del diputado Víctor Casco, por necesidades físicas y emocionales digamos que ineludibles.
Sus señorías y el personal que trabaja para el Parlamento y hasta los periodistas se han alimentado con bocadillos. Mientras contaban lo que estaba pasando, en el caso de la información; permanecían en su puesto de trabajo, si eran funcionarios; o se levantaban del escaño y salían del hemiciclo en el caso de sus señorías, que iban saliendo en pequeños grupos para que en la sesión siguiera habiendo quórum y el pleno continuase sin problemas. Para ello el presidente Manzano tuvo la precaución de no poner asuntos en los que hubiese que votar durante el tiempo de avituallamiento.
Y otra curiosidad, seguramente porque se acaba la legislatura, sus señorías estuvieron, en general, más cordiales y respetuosos que en otros plenos. Aunque ya imaginará usted que el demonio de Tasmania no va a cambiar de carácter ni aunque le hagan un transplante de Koala.