La leyenda de las ánimas

La expectación era máxima. Los allí reunidos, llevaban tiempo aguardando el espectáculo de que la mayoría hablaba, La leyenda de las Ánimas. Solamente, tenía lugar cada cuatro años, haciendo que la espera, fuera aún si cabe más deseada. Todos, habían recibido su invitación, en secreto, para un lugar desconocido. Nunca era en el mismo sitio y la función siempre variaba. Lo que no sabían era que, después de aquello, jamás volverían a ser ellos mismos…

El entusiasmo por lo paranormal, era generalizado, pero también, había algún que otro escéptico. Muchos decían, que los rumores eran ciertos, unos pocos, que eso había que verlo. En esas se encontraban, cuando de pronto apareció él y el silencio, se hizo presente.

Todos los ojos, que allí estaban, contemplaron a un pequeño ser. Por su aspecto parecía un niño, aunque ninguno se aventuró, rotundamente a afirmarlo. Lo único cierto, es que el mimo momento en que su boca se abrió, nadie pudo escapar, de su mágica atracción. Aquella voz hipnótica les dijo lo siguiente:

Me llamo Samuel, vengo a narrarles una leyenda, que muchos conocen, pero nadie cuenta. Es una historia vieja, como lo es el paso del tiempo, a través de los siglos. Pueden creerla o no, pero lo que sí les aseguro, es que serán incapaces de escapar de ella. ¡Que empiece el espectáculo, luces fuera!

Y la oscuridad, hizo acto de presencia, en aquella sala, donde se juntarían el pasado, el futuro, sin saber cuál de ellos, de verdad era el auténtico presente. Lo primero que notaron, es el inconfundible olor a muerte. Ese perfume nauseabundo les inundó el olfato, se les pegó a la piel, llenando los poros de sus cuerpos. Se convirtieron en cadáveres, sin darse cuenta, despidiendo el poco sutil aroma de la parca allí existente. De pronto, como un relámpago inesperado, la luz volvió de nuevo, un grito aterrador, sonó como un trueno, la habitación por entero había cambiado.

CONTINUARÁ…