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RENOIR: INTIMIDAD

Una exposición que no hay que perderse

9 de Noviembre | 12:39
Una exposición que no hay que perderse
Para aquellos que vengan a Madrid desde cualquier punto de Extremadura, les recomiendo que hagan un hueco para visitar la exposición, RENOIR: intimidad, en el Museo Thyssen, disponible hasta el 22 de enero del 2017, que no deberían perderse, merece mucho la pena y es una oportunidad única de ver 78 obras procedentes de museos y colecciones de todo el mundo del artista francés uno de los grandes del impresionismo, por no decir el maestro de esta corriente artística.

La exposición, la primera antológica que se le dedica en España, según asegura Guillermo Solana, director artístico del museo y comisario de la exposición.

La muestra permite descubrir cómo Pierre-Auguste Renoir se servía de las sugerencias táctiles de volumen, materia o texturas para plasmar la intimidad, tanto en el plano social, amistoso, familiar o erótico. Se observa a través de una variedad de géneros, como escenas de grupo, retratos o desnudos, pero también en naturalezas muertas y paisajes.

RENOIR: intimidad, está organizada siguiendo un recorrido temático, en torno a seis apartados: Impresionismo: lo público y lo privado; Retratos de encargo; Placeres cotidianos; Paisajes del norte y del sur; La familia y su entorno; y Bañistas.

La etapa impresionista, entre 1869 y 1880, ocupa dos salas de la exposición y reúne algunos de los iconos de la carrera de Renoir, como Después del almuerzo (1879) o Almuerzo en el restaurante Fournaise (El almuerzo de los remeros) (1869) , un estudio del natural de Le Moulin de la Galette (1875- 1876) y algunas de las obras que pinta en La Grenouillère, zona de ocio a las afueras de París donde trabaja con Monet, como Baños en el Sena (La Grenouillère) (1869). Una selección de retratos femeninos al aire libre o en interiores - Retrato de la mujer de Monet (1872-1874)- y de parejas -El paseo (1870)-, además de un paisaje impresionista, Mujer con sombrilla en un jardín (1875), completan el capítulo.  







A partir de 1881 la vía impresionista parece agotada y los miembros del grupo se distancian. Renoir vuelve la mirada a la tradición clásica, desde Rafael a Jean-Auguste Dominique Ingres. No abandona el lenguaje impresionista, pero añade a su pintura un énfasis mayor en el dibujo.

Desde finales de los años 1870 y a lo largo de toda la década siguiente, Renoir adquiere una creciente reputación como retratista y se convierte en uno de los pintores más solicitados por la sociedad parisiense. La Sra.Thurneyssen y su hija (1910) o la serie dedicada a la familia Durand-Ruel, son ejemplos de esta faceta.

Entre las escenas de género, encontramos retratos de mujeres jóvenes, solas o con otras mujeres, que se sitúan en un interior y en los que las protagonistas aparecen abstraídas en alguna actividad que las aísla del espectador. La maceta verde (1882) o Jóvenes leyendo (1891) nos permiten asomarnos a este espacio íntimo de placeres cotidianos.

   

En la sala dedicada a los paisajes se incluyen vistas de la costa de Normandía y sus alrededores -Colinas alrededor de la bahía de Moulin Huet, Guernsey (1883)- y Provenza, donde comparte motivos pictóricos con su amigo Cézanne -La montaña de Sainte-Victoire (hacia 1888-1889)-, así como de distintas localizaciones del sur de Italia: La bahía de Salerno (Paisaje del sur) (1881).


La exposición continúa con una selección de escenas familiares y domésticas protagonizadas por sus hijos - Coco tomando su sopa (1905) o Jean como cazador (1910)-, su mujer Aline que, con motivo del nacimiento de su primer hijo Pierre, posa en Maternidad (1885) y Aline amamantando a su hijo (1915), así como otros miembros de su entorno más cercano como Gabrielle Renard, la niñera y pariente lejana de Aline, que se convierte en una de sus modelos favoritas -Niño con manzana o Gabrielle, Jean Renoir y una niña (hacia 1895-1896)- y Andrée Heuschling -El concierto (1918-1919)- quien se casará con su hijo Jean tras la muerte del pintor.
 
Uno de los motivos predilectos de Renoir son los desnudos. Un género que los impresionistas, a excepción de Degas, no trataron por considerarlo académico. Centrado en su propia elaboración estilística, el pintor llega a una de las cimas de su producción con las bañistas, una serie de desnudos al aire libre en los que reivindica una naturaleza atemporal que elude cualquier referencia a la vida moderna. Una visión edénica marcada por la sensualidad de las modelos, la riqueza del colorido y la rotundidad de las formas.

Renoir es el pintor más notorio entre los impresionistas, el grupo más conocido de la historia del arte. Sin embargo, más allá de seis o siete de sus obras mas conocidas, es también el más desconocido, además del más criticado e incomprendido por sectores eruditos en arte que quizá complican el deleite que despegan sus cuadros con la desenvoltura y la simpleza que estos ofrecen al espectador. Lo dicho no debes perderte esta exposició... Muy recomendable.
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