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La fotografía hecha realidad

2 de Marzo | 16:39
La fotografía hecha realidad
Hasta el  4 de junio La Fundación MAPFRE tendrá en su sala de exposiciones de Bárbara de Braganza la muestra de Lewis Baltz, bajo el titulo” LA BELLEZA DE LA DESOLACIÓN Y LA DESTRUCCIÓN EN LA OBRA DEL FOTÓGRAFO LEWIS BALTZ”

Se trata de la primera exposición que se realiza en España y la primera retrospectiva internacional tras el fallecimiento del artista, en 2014. La muestra, está compuesta por cerca de 400 fotografías, que ofrecen  un recorrido por la totalidad de la obra de Lewis Baltz

Este norteamericano Lewis Baltz nacido en (Newport Beach, California) en 1945 y que falleció en  París hace tres años, es uno de los fotógrafos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. 

Su obra se ha relacionado tradicionalmente con el movimiento New Topographics, que surge en torno a la exposición colectiva del mismo nombre, organizada en 1975 por la George Eastman House en Rochester (Nueva York) y que fue esencial para el desarrollo de la fotografía conceptual. 

De apariencia técnica, delgadas, casi inmateriales, las fotografías de Baltz resultan sorprendentemente frías y carentes de emoción. Gracias a su actitud crítica como fotógrafo y artista conceptual, Baltz creó lo que se puede llamar una nueva imagen fotográfica de Estados Unidos en la segunda mitad del siglo xx. Contrario a la idealizada visión de la  naturaleza norteamericana, fotografió las zonas residenciales que proliferaban en la periferia de las ciudades; el paisaje como un territorio progresivamente ocupado. 

Lewis Baltz comenzó a tomar fotografías con tan sólo 12 años, estudió en el San Francisco Art Institute (1969) y en el Claremont Graduate School de California (1972).  De esta época datan sus primeros trabajos, The Prototype Works y The Tract Houses, serie que expone en 1971 en la influyente galería neoyorkina de Leo Castelli. 

En sus obras, Baltz deja de mirar a la naturaleza intacta, a los parques nacionales, volviendo la mirada hacia las ciudades, al paisaje usado, gastado, transformado, capitalizado, a los suburbios que crecían con rapidez y proliferaban en las ciudades estadounidenses. El paisaje se ha convertido en territorio, delimitador, excluyente, pero ante todo ocupado. 

Sus series Tract Houses, New Industrial Parks near Irvine, California, Maryland, Nevada, Park City, St. Quentin Point, Continuous Fire Polar Circle, Near Reno y Candlestick Point exploran estas nuevas ideas en torno al paisaje. Comenzadas a finales de los años sesenta y realizadas hasta 1989, todas ellas se componen de pequeñas fotografías en blanco y negro que el fotógrafo disponía meticulosamente en la pared en cuadrículas ordenadas de un determinado modo según la serie. 

A partir de 1989 la obra de Baltz experimenta una transformación radical. En esta segunda etapa sigue presente en su trabajo la idea fundamental de que el urbanismo (y toda la vida actual) es la materialización del poder y que el poder es en sí mismo una ideología, pero con un nuevo añadido: todo lo demás es espectáculo. 

Baltz entendió muy pronto que con los medios de comunicación había llegado una nueva era al mundo. Para el fotógrafo los medios de comunicación producen una hiperrealidad que hace que no sea posible distinguir entre los acontecimientos auténticos y los simulados. Obras fundamentales de esta etapa son Rule without exception, Generic Night Cities, Sites of Technology, Ronde de Nuit, Docile Bodies, The Deaths in Newport, End to End o Venezia Marguera. 

Se trata de la primera exposición que se realiza en España de la obra del fotógrafo norteamericano así como la primera retrospectiva internacional de Lewis Baltz tras su fallecimiento en 2014. 

A través de alrededor de 400 fotografías, la exposición presenta la obra de Lewis Baltz en su totalidad, desde sus primeras series en blanco y negro realizadas en los años 60 y 70 como The Prototypes Works, hasta la obra en color y la exploración de nuevos lenguajes artísticos de los últimos años como en Ronde de Nuit o Venezia Marguera. 

La exposición se articula en torno a las series y trabajos más significativos de la obra de Lewis Baltz y sigue un orden cronológico interrumpido en determinados momentos con el objetivo de plantear un diálogo entre la primera y la última obra del fotógrafo: 

La muestra comienza con The Prototype Works, (1967-1976), realizada aun durante sus años de estudiante en el San Francisco Art Institute y que refleja la dedicación del joven Baltz al arte contemporáneo estadounidense por sus semejanzas bien formales o de contenido con obras de Robert Mangold, Barnet Newmann o Donald Judd. Los prototipos contraponen dos campos. Por un lado, captan la arquitectura de California, cuyos elementos transmiten un sentimiento de abandono, de ocaso, una sensación de callejón sin salida, de melancolía. Otras obras como las imágenes de coches, la vista de la planta de la ciudad, los letreros y los neones, provocan un efecto llamativamente fresco y atractivo, como si Baltz trabajara con la dicotomía entre el mundo real y el mundo simbólico, entre la dura realidad y el mundo de los anhelos, como si los signos del mundo comercial rebotaran contra los muros mudos del mundo construido. 

En Tract Houses (1969-1971) muestra en veinticinco fotografías una urbanización de casas unifamiliares en proceso de construcción junto a una autopista. Baltz estrecha el ángulo visual hasta mostrar casi exclusivamente fachadas, ventanas y puertas aún sin abrir. Las tomas son casi siempre frontales: fragmentos de fachadas, ventanas y puertas, tan nítidas y apretadas que las superficies sucias, bastas, aún sin revocar, de las casas se presentan ante los ojos del observador como una alfombra de materiales, al tiempo que nos recuerdan los nítidos contornos de algunos pintores expresionistas abstractos. 

Baltz sigue explorando estas ideas en The New Industrial Parks Near Irvine, California (1974), serie que combina imágenes de edificios vistos de cerca con vistas del paisaje y de la ubicación de fábricas o naves industriales cúbicas. Las fachadas apenas revelan nada, ni sobre sí mismas ni sobre lo que se oculta tras ellas o su posible funcionalidad. Esta serie nos enfrenta a una modernidad economizada, al minimalismo de la rentabilidad que eligió la forma cúbica y banal de los edificios, únicamente porque era más barato de construir que todo lo existente anteriormente. 

En Maryland (1976) muestra desde un punto de vista en ocasiones ligeramente elevado, una urbanización de casas unifamiliares. En esta serie Baltz se aproxima a lo inacabado, vaga por el terreno bajo una luz matinal o vespertina. El encuentro de las casas soleadas con el césped oscuro enajena estas áreas residenciales, transformándolas en un escenario en ocasiones ligeramente inquietante. Baltz, cuya presencia sólo advertimos a través de la mirada de la cámara, sin embargo parece estar muy presente, “acechando” el entorno, explorando un lugar desconocido. 

En Nevada (1977), Baltz nos muestra a través de quince fotografías la transformación de un paisaje en un terreno totalmente intervenido por el hombre. Subyace la idea de que la especulación urbanística y la desertización se han convertido en la norma habitual. Al mismo tiempo, las fronteras entre el observador de la naturaleza y el habitante de un lugar quedan definitivamente borradas, ya que la concepción de paisaje cambia bruscamente al llevar implícita a partir de entonces la intervención humana. 

Este mismo concepto pero a gran escala lo vemos en Park City (1978-1980). Esta serie se compone de 102 fotografías y muestra la construcción de una ciudad dormitorio erigida sobre los terrenos contaminados de una antigua mina de plata cerca de Salt Lake City, un proyecto inmobiliario de gran envergadura con el que los promotores esperaban obtener enormes beneficios y que Baltz fotografía y explora como un topógrafo, anotando la posición y la orientación de cada una de las tomas.

Después de Park City encontramos una nueva fase dentro de la primera etapa de Baltz. En ella el fotógrafo se interesa por mostrar el desorden, el caos y los desechos que deja esa agresiva intervención humana sobre la naturaleza. Así en Continuous Fire Polar Circle (1986) vemos enormes montones de basura producidos por la sociedad de consumo y Near Reno (1986-1987) alterna imágenes de un paisaje intervenido por el hombre con otras sobre la descomposición y de la destrucción activa que ello provoca. La serie San Quentin Point (1981-1983), muestra el vertedero que lleva este nombre en la bahía de San Francisco. Baltz se aproxima a este enclave caminando y, como si fuera un detective, fotografía primero el terreno desde fuera. Ya con la basura en el visor, baja la mirada, mira con precisión lo que sucede en el suelo. 

El grupo de obras transmite una sensación cargada, llena de tensión y ambivalencia convirtiendo la serie en símbolo de una sociedad en proceso de desmoronamiento. Esta fase se cierra con Candlestick Point (1987-1989), serie de 84 fotografías que se disponen, como si de un paisaje se tratara, sobre la pared, dejando deliberadamente huecos vacíos entre ellas. Es la culminación de la representación de un paisaje entrópico, en la que Baltz se retrae como autor, cediendo la dirección a su cámara. En este conjunto, en el que no destaca ninguna imagen en particular, sino que el grupo en sí mismo es la imagen, vemos aparecer las primeras fotografías en color de la obra de Baltz. 

Esta serie supone el fin de la primera etapa en la obra de Baltz. En 1989 se produce un giro radical en la trayectoria del fotógrafo, que abandona la fotografía tal y como la había entendido hasta entonces, y se despide desilusionado de Estados Unidos para instalarse en Francia. A partir de entonces pierde interés por las imágenes de paisajes y se ocupa del paisaje de las imágenes: el desarraigado espacio postindustrial de la vigilancia, el espectáculo y la alienación. En esta nueva etapa Baltz elige la fotografía en color como el mejor instrumento para expresar estas nuevas inquietudes.

Ejemplo de ello son las obras de Generic Night Cities (1989-2000) al igual que Piazza Sigmund Freud (1989) o Rule without Exception (1988), paisajes urbanos nocturnos en color que carecen de la más mínima luz diurna que pueda proporcionar un ordenamiento natural, y en los que numerosas luces artificiales, tanto fijas como en movimiento, atraen y dirigen nuestra atención. Así, Baltz muestra la ciudad como solar de aparcamiento o como carril de calzada, stop and go, al modo de un estridente laboratorio urbano. Las fotografías, algunas de hasta dos metros, son finas, planas y multicolores, como tableros de mandos, y las ciudades representadas dan la sensación de ser circuitos electrónicos abiertos, una maquinaria de deseo y poder accionada por el motor de la explotación neoliberal y, como tal, carente de perspectiva y de futuro.

En Power Trilogy, conformada por Ronde de Nuit, Docile Bodies y The Politics of Bacteria, sigue explorando el tema de la vigilancia, el control, la investigación. En la exposición se pueden contemplar las dos primeras. Cada una de ellas es un módulo, de entre dos y dos metros y medio de altura y doce metros de longitud, dividido en segmentos. Para la realización de estas obras Baltz trabaja casi siempre con imágenes de su propio archivo, selecciona, manipula y amplia las partes que le interesan hasta conseguir la pieza final, que funciona como un monumental mural. Es la culminación de lo que Baltz hizo una y otra vez en su obra temprana: la confluencia del plano de la fotografía y del plano del soporte con el plano de la pared, la coincidencia de imagen y mundo, de mundo e imagen.

En Ronde de Nuit (1992-1995), inspirado en la lectura del Infierno de Dante, extractos de videos de vigilancia de una comisaría de policía se mezclan con fotografías de cables, mangueras y un gran ordenador. Por su parte en Docile Bodies (1992-1995) penetramos —mediante imágenes de la neurocirugía— a través de la epidermis, de la apariencia de las cosas, hasta introducirnos en el interior del cuerpo, en su mecanismo. Estamos pues ante una forma completamente nueva de sumisión, ante una forma nueva de poder: la docilidad del cuerpo individual frente al conocimiento organizado como fuerza y como poder, la intrusión en lo inviolable, en la intimidad del cuerpo.

Una faceta importante dentro de esta última etapa de Baltz es la de narrador como queda reflejado en The Deaths in Newport (1988-1995). Compuesta por una selección de fotografías y documentación de archivo procedente de periódicos, que se acompañan por la narración del propio artista, la pieza cuenta la historia de un crimen que conmocionó una pequeña población del sur de california en la década de los 50. Baltz recordaba la historia de su niñez y su propio padre había sido uno de los testigos principales.

Con esta misma intención narrativa, pero explorando el lenguaje del vídeo, Baltz realiza End to End (2000) por encargo de Lína di Confine per la Fotografia Contemporanea. En esta pieza el artista cuenta la historia política y económica de Emilia-Romaña tras la Segunda Guerra Mundial. La muestra termina con la última obra realizada por el artista: Venezia Marghera (2000/2013), un portfolio en el que tematizó la insoportable coexistencia de Marghera y Venecia, ofreciendo su última visión de paisaje alterado por el hombre: la industrializada localidad de Marguera, cercana a Venezia, que a su vez se estaba viendo sobreexplotada por las masas de turismo.

 

 



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