Las próximas elecciones catalanas del 21 de diciembre prometen dar mucho juego a los analistas políticos y a las empresas que se dedican a los vaticinios electorales. La campaña electoral se me antoja apasionante, más que por lo que digan los contendientes, por las cábalas de sesudos periodistas, politólogos y aguerridos tertulianos. La primera estimación sobre la intención de voto deja un poco las cosas como están, separatistas y constitucionalistas repetirían resultado, aunque los votos cambian de partido. La mayoría de los sufragios independentistas irían a ERC que sería el partido que ganaría las elecciones y, los unionistas a Ciudadanos, que todo hace presagiar que sería el segundo partido más votado. El resto, salvo el PDeCAT que, parece ser, cae en barrena, repetirían resultados escaño más o escaño menos. Si este vaticinio se cumple, estarán conmigo que todo este sarao que se ha montado ha servido para poco y que, la estrategia del Sr. Rajoy para parar el desatino secesionista habrá sido flor de un día.
Las alianzas preelectorales van a estar sobre el tapete hasta que el plazo de la convocatoria lo permita. Un frente constitucionalista no parece posible, a pesar del interés mostrado por algunos, unir a PP, PSC y Ciudadanos es una quimera en un país como el nuestro dónde los intereses de los partidos están muy por encima de los de España. En el otro bando puede haber algún arrumaco electoral. “Junts pel si” parece que pasará a mejor vida, dada la debilidad de la antigua CIU. Sin embargo, no descarto pactos entre los partidos bazofia y así, los Okupas de la Sra. Colau, los insalubres de la CUP y algún despojo de los podemitas podían hacer una buena “escudella” electoral. El PSC puede estar en el mercado hasta el último momento y no sería de extrañar algún que otro coqueteo con ERC, a pesar de su condición secesionista (acuérdense del tripartito), del señor Iceta y compañía se puede esperar cualquier cosa, aunque yo me inclino más por un apaño entre socialistas, Barcelona en Comú (okupas de Colau) y el sector “pablista” de Podemos en Cataluña. Como pueden ver hay algunas posibilidades de acuerdos preelectorales, aunque también es posible que los egos de unos y otros, como acostumbra a pasar, dejen todas estas elucubraciones en agua de borrajas. El tiempo lo dirá.
La pésima Ley Electoral que tenemos, tanto a nivel general como en las comunidades autónomas, va a favorecer en Cataluña a los cismáticos como siempre favoreció a los partidos nacionalistas en las elecciones generales. Cualquier partido que en nuestro país no gane unas elecciones generales con mayoría absoluta, está condenado, casi con seguridad, al chantaje nacionalista si quiere gobernar. Vascos y catalanes gracias a un sistema electoral absurdo han atracado al resto de España siempre que las circunstancias electorales les han sido favorables. En tierras de la barretina ocurre lo mismo y los votos de las zonas rurales menos habitadas valen, al menos, el doble que el de las zonas urbanas lo que beneficia claramente al independentismo. Modificar con urgencia la Ley Electoral General y las que se derivan de ella, debería ser una de las tareas inaplazables de las Cortes Generales, en caso contrario y, a pesar de la sequía, lloverá sobre mojado en las próximas consultas electorales.
No pinta bien el panorama de las elecciones catalanas, podemos tener más de lo mismo y eso sería nefasto para Cataluña y también para España. Apelo al sentido de estado de los partidos constitucionalistas y al pueblo catalán. Los nacionalismos sólo han traído, a lo largo de la historia, odio, violencia y miseria. Como dicen los taurinos, “que Dios reparta suerte”.
DB
