Guillermo Fernández Vara ha registrado ante notario 60 medidas que pretende aplicar si logra volver a presidir el Gobierno de Extremadura. Con la medida 61, la de pasar por la notaría, Vara afirma que se compromete a dimitir como presidente si no hace realidad esas 60 medidas en el tiempo que él mismo fija y que oscila entre el arranque de la legislatura y un año.
A primera vista puede parecer un compromiso muy serio: 60 medidas, por escrito, registradas ante notario y con el anuncio de que las aplica o se va.
Pero, al margen de que el líder socialista ya contrajo otros compromisos y no los cumplió ni dimitió cuando fue presidente, como le ha recordado el PP registrando en el Parlamento una relación de promesas incumplidas por parte de Vara, la seriedad de esta nueva promesa no radica en el hecho de que sean 60 medidas, ni en que se enumeren por escrito, ni en que se hayan registrado ante notario, ni tampoco en que Vara esté dispuesto a marcharse de la Presidencia, dejando en el cargo a otro socialista, si no las aplica, y sin garantizar que su sucesor las aplicará.
La seriedad está en las dificultades que tendría Vara para llevar a cabo esas 60 medidas. En primer lugar, el PSOE debe conseguir mayoría absoluta en el Parlamento de Extremadura en las elecciones de mayo, algo que no resulta matemáticamente imposible, pero que sí parece complicado, por no decir improbable, en un panorama nacional en el que el PSOE pierde apoyos y no atraviesa su mejor momento en Extremadura.
Y si Vara no tiene mayoría absoluta y pretende gobernar a los extremeños, tendrá que pactar con otras fuerzas que podrán estar o no de acuerdo con sus 60 medidas, las aceptarán o las rechazarán, y desde luego sí querrán poner en práctica sus medidas propias y hacerlo con celeridad. Las minorías parlamentarias, generalmente, son muy exigentes.
Por ejemplo, si Vara hubiese pasado por el notario antes de las elecciones que perdió en la primavera del año 2011, seguramente hubiese registrado la puesta en marcha de la refinería de Gallardo, que apoyaba expresamente en su programa electoral para los comicios de ese año. Y con los resultados que se dieron en las urnas, para gobernar, Vara hubiese tenido que pactar con IU, que está y también estaba entonces en contra de la refinería. Por lo tanto, un compromiso importante de Vara y del PSOE, el de la refinería, se hubiese ido por la borda de los pactos antes de la sesión de investidura. De hecho, Vara le ofreció a Pedro Escobar la renuncia a la refinería si IU le daba los tres votos que necesitaba para seguir gobernando. Pero Escobar no se conformaba con la cabeza de la refinería. Quería más, le presentó a Vara una reclamación de doce puntos y no hubo acuerdo.
Si hay necesidad de pactos tras las elecciones, las 60 medidas de Vara corren el riesgo de quedarse, ya de entrada, en algunas menos o de sufrir cambios en la prioridad. Además, está el coste financiero de todas y cada una de esas medidas. A más de la mitad de las 60 medidas registradas, Vara le calcula un coste de “cero euros”, pero los cambios no salen gratis. Ni siquiera cuando son simplemente de nombre. Cuestan dinero, tiempo, gestiones y ni el dinero, ni el tiempo ni las gestiones garantizan que salgan adelante.
En su primera medida, Vara plantea la reforma del Estatuto de Autonomía, que es una ley orgánica y para la que ni siquiera basta con tener mayoría absoluta (33 diputados) en el Parlamento extremeño, pues se requiere contar con el apoyo de al menos dos tercios de la Cámara, 44 diputados, así como el apoyo de la mayoría absoluta del Congreso y del Senado. En la reforma del Estatuto realizada en la anterior legislatura, Vara, que tenía mayoría absoluta en Extremadura, necesitó el apoyo del PP. La reforma se hizo por unanimidad.
Por todo ello, más que un acuerdo garantizado ante notario, las 60 medidas de Vara son un adelanto del programa electoral del PSOE y una invitación a la negociación a los aliados potenciales para antes y después de las elecciones. El compromiso ante notario no garantiza nada por sí mismo. Ni la puesta en marcha de las 60 medidas de Vara ni la renuncia al poder del Vara de las 60 medidas.
Las 60 medidas de Vara no ofrecen más garantías, por mucho que se registren en una notaría, que cualquier programa electoral. Que se sepa, los notarios carecen de capacidad de control sobre los presidentes de Gobierno, pues ese control lo ejerce el Parlamento e, indirectamente, el electorado y la sociedad a la que los diputados representan.